Desde la semana pasada se cocinaba algo serio en los restaurantes de la CDMX. Agobiados por el semáforo rojo, desfondados por la prolongación de la pandemia, decidieron abrir. Lo hicieron en contra de la norma.

El famoso Sonora Grill abrió sus puertas sin pedir permiso. Según sus socios no tienen alternativa: o abren o quiebran. Dan servicio en sus locales o la gente que trabaja para la empresa pierde su ingreso y su empleo. Un dilema que tienen decenas de miles de fondas, restaurantes y bares.

Las amenazas de Claudia Sheinbaum, el riesgo de cierres y multas no tiene significado ya para ellos. Si los cierran por la fuerza, así estaban. Si los multan, igual no tienen dinero para pagar. El Gobierno de la CDMX no tiene autoridad moral para clausurar mientras en las esquinas o a las entradas del Metro el comercio informal vende todo tipo de viandas.

Lo ideal es que nadie abriera para cortar de tajo la infección, como sucede en otros países más disciplinarios o disciplinados. La gran diferencia está en el apoyo que reciben las familias y las empresas en esas sociedades. En Alemania llegaron cheques de 3 mil euros en adelante para cualquier changarro. En Estados Unidos, con la firma del Congreso y el Ejecutivo invirtieron 2 millones de dólares en una primera ronda, cuando comenzó el problema.

Ahora vuelven al ataque y entregarán 2 mil dólares a cada ciudadano que califique para recibirlos. A las empresas pequeñas las ayudarán con líneas de crédito para que no cierren. 

No sé cuánto pueda valer un Sonora Gill ni cuánto facture, pero debe ser mucho, tal vez 15 o 20 millones cada restaurante. Si tienen 39 unidades, son muchos los recursos humanos y materiales que se pierden si deja de operar. Y si no aguanta la crisis y quiebra, habrá cientos de familias sin futuro.

Los dueños sufrirán un quebranto mayor pero al tiempo tendrán las agallas para seguir adelante. Pero si esa historia se repite una y mil veces en toda la República, el impacto económico será brutal. Para evitarlo todo lo que se necesita es una línea de salvamento.

Sí, una línea de crédito de México para México, como lo hacen todos los países donde sus gobernantes entienden de economía. Sería tan sencillo como extender un “Debo y Pagaré”, a cargo de los ciudadanos de México, avalado por los ciudadanos de México. Así de sencillo. El costo de no apoyar a las PyMes es muchas veces mayor que dejarlas a su suerte.

El crecimiento posible durante este año puede no darse si la vacunación se dilata, si la explosión de contagios satura aún más los servicios médicos nacionales. Estamos a un tris de que eso suceda, con el Sonora Grill abierto o cerrado. Lo sabe el secretario de Hacienda, Arturo Herrera; lo sabe la secretaria de Comercio, Tatiana Clouthier y ya lo ha dicho el gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León. El único que no lo quiere reconocer es el Presidente. Urgen medidas contracíclicas. Urgen antes de que tengamos un colapso nacional. (Continuará)

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