En el mar de números que se publican todos los días sobre la pandemia, llama la atención la velocidad de vacunación entre los diferentes países. Israel sigue imbatible y se acerca a la primera inoculación de la mitad de sus habitantes. Estados Unidos ya administró 25 millones de piquetes y un 6.2% de su población de 330 millones comenzó el camino hacia la inmunidad de rebaño o comunitaria.
En México, la “misión cumplida” de Marcelo Ebrard fue puro cuento, o mejor dicho, cumplió sólo con el rollo de la mañanera. Al día de ayer el reporte de Bloomberg dice que en México sólo el .5% de la población ha tenido su primera dosis.
El presidente Joe Biden acaba de anunciar una compra suplementaria de 200 millones más de vacunas. Los pedidos llegan a 600 millones de vacunas, suficiente para cubrir a toda la población dos veces. Son los dueños de Pfizer y de Moderna, tienen los recursos y Biden anunció apoyos por 400 mil millones de dólares para el combate sanitario del Covid-19.
¿Por qué Israel pudo hacer una vertiginosa campaña que tendrá en un mes más cubierta a toda su población? Es sencillo: adelantaron el dinero a las farmacéuticas. Si son 9 millones de habitantes y la vacuna les cuesta por muy cara unos 30 dólares, su desembolso sería de unos 270 millones de dólares. Eso se lo gastan en cualquier sistema de misiles para protegerse del mundo árabe, cómo no invertirlo en la inmunidad total de su gente.
Recuerdo que un guía judío de Argentina nos repetía en Jerusalén una y otra vez: para Israel no hay una segunda oportunidad. Si perdemos la primera batalla, significa que estamos aniquilados. De sufrir un ataque nuclear por parte de Irán, Israel quedaría destruido. Por eso no permitirán nunca que el país árabe más belicoso llegue a tener armas nucleares.
Creo que así vieron el ataque de la pandemia. Tendrían que ganar con el primer golpe de la vacunación. Y como en todo, se prepararon con tiempo. Desde el verano aseguraron su abasto de medicamento. Con ello da al mundo una lección en la ejecución de las políticas de salud pública. Se prepararon para la guerra y la están ganando.
En cambio la historia juzgará a México como lo hace con las imágenes del sombrerudo paisano sentado bajo un árbol, esperando que el tiempo pase, aferrado a una estampita o a un detente. Todo lo que se dijo en las mañaneras y en las vespertinas de López-Gatell fueron mentiras. Mientras se invierten miles de millones de dólares en los elefantes blancos, el Gobierno no soltó los anticipos necesarios a Moderna y Pfizer. La cuenta pública lo dirá al tiempo.
Los israelíes actuaron bajo la premura de lo que indicaba la ciencia y en otros países no se comprendió que el ataque del Covid-19 equivale al de una guerra. Recordábamos hace unos días que Estados Unidos dejó de producir automóviles en los primeros años de la Segunda Guerra. Todos los recursos fueron para fabricar tanques, aviones y munición.
Hoy en su afán de producir a la mayor velocidad, nuestro vecino se encontrará en el verano con un superávit de vacunas. Incluso podría ser en la primavera. Según las encuestas, uno de cada tres ciudadanos no quiere vacunarse. Pura ignorancia o creencias conspiratorias.
Pronto tendrán más vacunas que gente en las filas, aunque parezca mentira. (Continuará)