La campaña electoral comienza con “historias” y narraciones de los contendientes. El PAN y sus aliados, PRI y PRD tienen a Ramón Muñoz trabajando en sesudas investigaciones sobre qué contar al votante para convencerlo en las urnas. Muñoz fue el cerebro detrás de la campaña de Vicente Fox a la presidencia en el 2000. Tiene talento, instinto y aprendió mucho de mercadotecnia política. 

El triunfo de Fox  estuvo soportado en cuentos sencillos que los ciudadanos podían comprender. “Saquemos al PRI de los Pinos”; “Lavestida” era su contrincante. Voten por el PAN porque quienes nos gobiernan son “alimañas y víboras prietas”. La gente podía visualizar a los priístas que tenían “la mazorca en el hocico”. La estrategia funcionó. 

Con una enjundia mañanera, el presidente López Obrador vuelve a la carga contra sus “adversarios” y les llama “ratas del pasado”. Una descripción simple para defender su causa cuando las cosas no van bien en el país. Cualquier crítica al Gobierno tendrá una respuesta sencilla, un cuento fácil de enviar: ¿quieren que regresen los de antes, las “ratas” del pasado con sus privilegios? Las ratas son desagradables en el campo y la ciudad, dan asco. 

El PAN-PRI-PRD ya tiene nombre para los aliados de la 4T, son los “villanos”. Según la narrativa hay que desenmascararlos. Un villano es un maleante, alguien que saquea, agrede y es ruín. Los dos bandos tendrán otros calificativos despectivos y otras historias para contar. La desgracia es que ambos tienen razón si vemos las características de los últimos sexenios. El pasado estuvo plagado de ratas que el presente no ha llamado a cuentas. El exceso lo vivimos en el sexenio pasado pero con Felipe Calderón y Vicente Fox jamás se cumplió la promesa de limpiar al país, de transformarlo en una nación de instituciones y baja impunidad. Después del PRI las cosas siguieron más o menos igual con el PAN que al entregar de nuevo el poder al PRI desató la mayor rapiña de la historia. 

Pero la Auditoría Superior de la Federación nos dice que las cosas no han cambiado mucho con la 4T. Con 67 mil millones de pesos fuera de lugar tan sólo en 2019, la cuenta de la corrupción no cede y puede crecer geométricamente si la impunidad persiste. Las “ratas” también podrán contar decenas de historias de los “villanos”, porque no parecen estar muy interesados en acabar con la corrupción a través de las instituciones. 

Hay una gran discrecionalidad en la aplicación de la ley. Las únicas “ratas” de mayor tamaño son Emilio Lozoya (acomodado en su hogar) y Rosario Robles, quien sufre todo el rigor de la ley y las consecuencias de viejas disputas. En segunda línea están el abogado Juan Collado y el empresario Alonso Ancira. Pero son una muestra muy pequeña de la corrupción del sexenio anterior. 

Del presente no sabemos de la aplicación de la justicia ante evidentes faltas y desvíos. Ningún funcionario importante ha sido sancionado. Ni siquiera sabemos si los reportes de la Auditoría Superior de la Federación  tendrán frutos en cuanto a llamar a cuentas a los “villanos” que cometieron desviaciones de recursos. Si en Morena ni siquiera reconocen el error de enviar a Félix Salgado Macedonio a la candidatura por Guerrero, menos querrán actuar en contra de los suyos, por corruptos que sean. 

Los votantes nos preguntamos: ¿dónde está una historia de esperanza creíble y real?, ¿dónde una narrativa que eleve nuestro espíritu y nos haga creer en un mejor destino?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *