Cuando todo parece negro en el panorama económico, aparece el Gobierno con una gran ayuda que beneficiará a los más pobres, a la clase media y a toda la economía en su conjunto. El Presidente firma una orden que estimulará el crecimiento y creará puestos de trabajo para regresar, de nueva cuenta, al pleno empleo. Por desgracia esto no es aquí.
Joe Biden, el presidente norteamericano imprimirá 1.9 millones de millones de dólares y los repartirá entre los ciudadanos con mayores necesidades. Los economistas creen que el plan sacará de la pobreza alimentaria a la mitad de los niños de las familias de los desempleados y los desamparados después de la pandemia.
También hará crecer el consumo que apuntalará el incipiente crecimiento de la producción. Viene una transformación que no se veía desde el famoso “new deal” o nuevo acuerdo de los años treinta, cuando Franklin D. Roosevelt sacó de la Gran Depresión a Estados Unidos y al mundo. Para México son buenas noticias porque también crecerán las exportaciones al vecino y llegarán más remesas de los paisanos. Eso dará estabilidad al peso.
Aquí las cosas van al revés. La nueva secretaria de Educación, Delfina Gómez Álvarez, pide a sus subalternos que ayuden a eliminar plazas, a reducir gastos porque el presupuesto no alcanza. Nadie está en contra de hacer eficientes las dependencias públicas y elevar su productividad, pero no es el momento de hacerlo porque el mercado no puede absorber a quienes quedarían en el desempleo.
La vacunación va muy lenta y es un freno para la recuperación; la inversión pública está atorada y sólo crece en Tabasco y Yucatán, donde se ubican los caprichos de la 4T. Por si fuera poco la inflación acelera con el aumento en los combustibles y el gas, un fenómeno que tiene su origen en el incremento de los precios del petróleo y la devaluación del peso. No es capricho ni especulación de los empresarios. Al igual que la Magna bajó hasta 17 pesos al inicio de la pandemia y el petróleo llegó a 24 dólares por barril, hoy rebasa los 20 pesos porque el barril supera los 62 dólares. Los mercados son transparentes.
El estímulo norteamericano para la recuperación de su economía beneficiará más a miles de familias mexicanas que el nulo apoyo del gobierno local. Desde las primeras ayudas, durante el gobierno de Trump, se sintió el alivio con el récord de remesas en 2020. Más de 40 mil millones de dólares llegaron al país. Este año podrían crecer un 10% o un 15% gracias al poder del apoyo de Biden.
El país sigue entrampado en una lucha ideológica sin sentido. Desde el poder se ataca a los “neoliberales” y a los “conservadores”, pero el Gobierno actúa peor que ellos. Deja las cosas al garete sin una intervención fuerte para reactivar la economía y su única preocupación es ganar las elecciones para aplicar más austeridad. La vacunación no tiene pies ni cabeza y se administra más por criterios políticos que científicos.
Por fortuna un juez especializado en competencia económica paró la ley eléctrica que plantea un regreso a la producción contaminante, sucia y cara de la CFE. Son puntos de apoyo institucional que nos dan la esperanza de que las instituciones podrán más que la visión añeja y torcida de Manuel Bartlett.