No tengo la menor duda de que la Suprema Corte de Justicia fallará a nuestro favor”. –Porfirio Muñoz Ledo
A Porfirio Muñoz Ledo le quedan pocos meses como legislador. A sus 87 años tiene más de medio siglo haciendo política y llega el tiempo del retiro. El viernes dio un discurso memorable que será el epílogo de su testamento. Lo hizo en defensa de la democracia. Salió de su encierro para lucir las últimas grandes luces de su intelecto. Salió para ser aclamado y reconocido, porque tiene la razón.
Aprovechó el error de sus compañeros de partido al querer imponer dos años más de la cuenta al periodo del presidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar. El Partido Verde, convertido en personero de López Obrador, fue el conducto de tamaña aberración.
Durante casi hora y media, Porfirio desplegó su oficio político y legislativo. Dramatiza el tema diciendo que México estaba en la disyuntiva de ir por el camino de la democracia o el autoritarismo. Incluso hizo memoria del nazismo y del fascismo, comparación que debió de caer en el estómago a su “compañero”, el Presidente de la República. Asegura que en México no hay un solo jurista que apoye la iniciativa (salvo Julio Scherer y por obediencia), a pesar de haber sido aprobada por el Senado y luego el Congreso con la mayoría del partido Morena y sus satélites.
Cierto, cualquier estudiante de Derecho en primer año sabe que la Constitución está por encima de todas las otras leyes y para modificarla es necesario contar con dos terceras partes del voto de los legisladores. Ningún artículo “transitorio” puede elevarse sobre la Carga Magna.
Porfirio sabe que la Suprema Corte de Justicia no caerá en el engaño ni cederá ante la intentona de Morena de brincarse la Constitución. Pesaría sobre los magistrados de la Nación el estigma de violadores de las leyes que prometieron cumplir y hacer cumplir.
Ni siquiera Arturo Zaldívar, presidente de la Corte, tendrá que abdicar del regalo que le quiere hacer su amigo López Obrador.
Interesante que Muñoz Ledo diga que la Corte “fallara a nuestro favor”. Parece que habla por la oposición y por todos los detractores del Presidente y en contra del partido que lo llevó a la Cámara. Como sólo tenía 7 minutos para hablar, aceptó todas las preguntas de la oposición, donde no hay límite de tiempo.
El ejercicio de Porfirio nos recordó que aún vivimos en democracia y que él no tiene obediencia ciega al proyecto de la 4T. Luego se dijo optimista del futuro democrático del país y ensalzó a Arturo Zaldívar a quien catalogó de hombre honesto. Sin enfrentarse en directo al Presidente, denostó a la dirigencia de su partido. Desde que le robaron la elección interna no deja de hacer denuncias de corrupción de Mario Delgado y sus segundos.
Podemos encontrar contradicciones en su discurso: drama, esperanza, advertencias, optimismo o “dolor por lo que sucede”. En realidad hizo una síntesis de lo que fue su vida política que transcurrió por el PRI, el PRD -que fundara con Cuauhtémoc Cárdenas– y el partido Morena al cual amenazó abandonarlo. Con toda la pasión que lo caracteriza, salió a ganarle la partida a su “compañero” López Obrador y a Mario Delgado. Sabe que los magistrados, nunca de los nuncas votarán a favor de la prolongación del periodo. Cuando el fallo venga, saldrá a los medios y con su sonrisa socarrona afirmará: “se los dije, ganó la democracia, ganamos todos”. Claro, todos menos la 4T.