Después de muchos debates, de protestas y manifestaciones de Félix Salgado Macedonio apoyado por el líder de Morena, Mario Delgado, el Tribunal Electoral Federal votó por botarlo. Lo mandaron al corral. 

Hace unos meses había apostado que el candidato a la gubernatura de Guerrero sería una carga demasiado grande para su partido por los presuntos delitos de violación en su contra. Mujeres encendían luces que se reflejaban en Palacio Nacional con la consigna: “Un violador no será gobernador”. En ese momento pensé que López Obrador lo quitaría de la contienda con algún pretexto para que no ensuciara la batalla electoral con su pasado oscuro. No fue así. Su candidatura pasó, hasta que el Instituto Nacional Electoral le tocó el tercio para que dejara el ruedo. 

Salgado Macedonio no presentó gastos de precampaña. Está tipificado como motivo suficiente para cancelarle la candidatura. Él y su partido gritaron, insultaron y finalmente “bufaron” cuando la mayoría del Tribunal les dijo ¡fuera!

Ahora el auto nombrado “Toro” amenaza con sacar al “pueblo” de su tierra para que lo rescate y le entregue el poder que “sólo el pueblo puede dar”. La misma cantaleta de un candidato que no se somete a las reglas. Conocemos esos berrinches que nunca llegan a cambiar las cosas. 

El partido Morena está en una encrucijada: si lo apoya hasta el final, puede perder la gubernatura de Guerrero; si nombra a otro candidato, deja en los corrales a Salgado Macedonio donde no podrá hacer algo para remediar su derrota. Para las mujeres de su partido es un alivio y un triunfo para los grupos feministas que pintaban de luz Palacio Nacional con sus reclamos. 

En la democracia hay leyes que no nos gustan, decisiones triviales o una burocracia electoral increíble. El deporte favorito de los candidatos es brincar esas normas, gastar a manos llenas por encima de los límites establecidos y obtener, de fondos públicos, recursos para sus campañas. Por más rigor que tenga el INE para contabilizar espacios, anuncios radiofónicos, entrevistas, volantes, bardas y espectaculares, nunca podrá controlar todo. Menos, cuando tiene enfrente la elección más grande de la historia. 

El partido Morena olvidó reportar los gastos de precampaña de dos candidatos a gobernador y pagó con la anulación. Una sanción severa pero legal. Decían que eran unos cuantos miles de pesos. Nada significativo. Sin embargo, no era la cantidad sino el incumplimiento de la ley. 

Por más que el “Toro” bufe, por más embestidas que de a la autoridad electoral, no tiene forma de llegar al poder. El pueblo habló, pero lo hizo a través de las leyes que los legisladores crearon para las contiendas. La paradoja es que si quiere crear inestabilidad política, el malestar recaerá sobre su partido e incluso sobre el mismo Presidente. 

Aposté que Salgado Macedonio era impresentable y que nunca llegaría a la candidatura. Lo que nunca imaginé fue la razón por la que quedaría fuera de la contienda. Morena puede ganar mucho si envía a una buena candidata. Mataría dos toros de un tiro, perdón, dos pájaros: el malestar de sus militantes del partido por compartir destino con un presunto violador y la mala imagen que les trajo Salgado Macedonio. Incluso López Obrador tendrá un problema menos que enfrentar. 

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