¿Qué tal si le dijeran que puede llenar el tanque (de electrones) de su auto con 250 pesos o menos?, ¿qué tal si su vehículo sólo tuviera que ir a revisión cada dos o tres años?, ¿qué tal si costara lo mismo que un auto mediano de hoy? Jamás volvería a comprar un automóvil de combustión interna, ya fuera diésel o gasolina. Eso sucederá en 4 o 5 años.
Con energía limpia de a peso por kilovatio-hora, cualquier vehículo compacto puede recorrer mil kilómetros al ritmo de 4 o 5 kilómetros por KWH. Con los precios de hoy un tanque de gasolina puede llenarse con 800 o 1000 pesos y no llegará más allá de 600 kilómetros.
La economía de los vehículos eléctricos o híbridos cambia todo gracias a un solo factor: el desarrollo tecnológico de las baterías. Los motores eléctricos pueden mejorar; la captación de energía solar y eólica pueden aumentar su productividad pero el gran negocio está en las pilas. ( Tan sólo en dos décadas el costo de producción de un KWH solar se redujo en un 80%).
La mina de riqueza real vendrá de la producción de baterías que puedan almacenar energía suficiente para barrios y hasta ciudades enteras. China domina la producción de paneles solares y la de baterías automotrices. Aunque Tesla tiene ventajas tecnológicas, en todo el mundo surgen fábricas de baterías que competirán en el mercado.
La General Motors, ese fabricante que tanto produce en Guanajuato, tiene tecnología de avanzada y los expertos en valores creen que el precio de ese conocimiento y sus fábricas de baterías valen más que toda la empresa en el mercado. Curiosamente la joya del fabricante no son sus fábricas de autos por todo el mundo, ni sus distribuidores; el oro está en saber almacenar energía a bajo costo y en poco espacio.
China, la mayor fabricante y consumidora de autos, tiene una empresa que domina el mercado llamada Amperex. Fue una sorpresa saber que su valor de mercado supera al de Volkswagen, la segunda armadora mundial de autos después de Toyota. Amperex es proveedora de la mitad de los autos eléctricos que circulan en China y tiene planes de invertir 5 mil millones de dólares en Indonesia. ¿Por qué no traerla a México para exportar a Estados Unidos? Nada cuesta soñar.
Mientras sigue la discusión sobre la “soberanía energética” del país con el petróleo y sus derivados, en el mundo comienza una enorme migración hacia las energías renovables y la tecnología para su almacenamiento. Las fábricas de hidrógeno verde comienzan a surgir en países desarrollados: primero como experimentos para separar el hidrógeno del oxígeno del agua por electrólisis; luego para usar el hidrógeno como combustible en todo tipo de vehículos. El problema es que aún es más caro.
Por eso Guanajuato debe atraer inversiones en fábricas de baterías, de donde sea, al precio que sea. Si tenemos que aportar terrenos, infraestructura, capacitación e incentivos fiscales, debemos hacerlo o lo harán otros. Mientras la Federación sigue quemando dinero en Dos Bocas, en Guanajuato debemos voltear al futuro y no mirar atrás.
Es tiempo de aprovechar a los fabricantes chinos y norteamericanos para que se planten aquí. De un plumazo entraríamos de lleno al futuro con fábricas de baterías. Las armadoras están aquí, pronto producirán autos eléctricos como lo hace Ford en su planta de Cuautitlán de donde salen los modernos Mustang impulsados por electrones. Ahí está la jugada.