En Estados Unidos tienen su bandera en todas partes: en calcomanías pegadas a los autos, a la entrada de casas y oficinas; en elevados mástiles carreteros donde ondea la señal de un país libre. Sin embargo, una extraña ignorancia impide la solidaridad y el patriotismo de ponerse la vacuna para no infectar a otros. A pesar de todo, están a pocos meses de lograr la inmunidad de rebaño. Las minorías no los detienen.

En la celebración de su aniversario de independencia viven la fecha con el dolor de la muerte de 600 mil personas o más. Nunca imaginaron que un virus podría causar tanto daño. En la guerra de Vietnam perdieron poco más de 50 mil soldados. Desde la Segunda Guerra Mundial no habían sufrido tanto, ni siquiera con los cuatro conflictos de Corea, Vietnam, Afganistán e Irak.

Como vecinos tuvimos un destino semejante o peor. En México llevamos 233 mil defunciones registradas oficialmente aunque sabemos que la cuenta supera el medio millón. Muchas más defunciones que los homicidios dolosos de los últimos 20 años, en tan solo 15 meses. El precio que pagaremos en desempleo, pobreza y crecimiento futuro marcará esta época como la peor después de la Revolución. Lo que nos salvará, a pesar de todos los nacionalismos trasnochados, es la vigorosa recuperación del vecino.

El presidente Joe Biden lleva en una tarjeta con su agenda el número de fallecidos. No quiere olvidar cuál es su prioridad como gobernante. Se aproxima a su octava década de vida con la lucidez y la eficacia que pocos presidentes tuvieron. Ni siquiera Barack Obama tomó tantas decisiones tan rápido después de la recesión del 2008.

Pocos dudan de su capacidad y liderazgo ante la tragedia. Sobrio, empático y humilde, muestra el rostro humano de quien ha tenido pérdidas en su familia, su primera esposa y luego un hijo. Después de una larga carrera y experiencia política de medio siglo se aplica a resucitar la economía con todo. Transforma el sistema de salud para vacunar a 100 millones en 100 días. Logra 200 millones.

Quienes tienen la doble vacuna muestran una inmunidad del 99.9% según reportes del The New York Times. Al principio de la pandemia pocos creían que los científicos pudieran crear una protección en tan poco tiempo. Antes, las vacunas tomaban por lo menos 4 años para desarrollarse.

Este año los norteamericanos sanarán la mayor parte del descalabro económico del 2020. Lo harán con audacia, tanta que ni siquiera el temor a la inflación los detiene. El empleo se recupera, los mercados crecen y la política apunta a una década de transformación que no se vivía desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

En su auge, jalan como una locomotora a nuestra alicaída economía. Las remesas compensan el ingreso de millones de familias; las manufacturas crecen para ubicarnos como el primer socio comercial del vecino por encima de China y Canadá.

La oportunidad está ahí a pesar de todos los conflictos internos. Mientras quieren juzgar a los expresidentes, el diseño inteligente del libre comercio en Norteamérica que creó Carlos Salinas de Gortari, aparece como la salvación del país.

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