Cuando se planteó el problema del agua para León hace 27 años, gobernaba Carlos Medina Plascencia. Desde entonces nos dijeron que la solución era traer agua del Río Verde de Jalisco. Según los especialistas era el mejor camino. Resolvería de una buena vez el futuro abastecimiento para muchos años. Ese largo plazo es hoy.
Hace 21 años, cuando Juan Ignacio Torres Landa competía por la gubernatura, el priista tenía la idea de que se podía traer de la Huasteca Potosina. Un proyecto más ambicioso porque en esa zona hay agua de sobra que desemboca en el Golfo de México. Juani tenía una gran visión pero las circunstancias del país y las divisiones políticas fueron el gran obstáculo.
Es posible que en los próximos años tengamos que resolver solos lo que no está hoy en el ánimo de la Federación aportar a León. No debe preocuparnos tanto el actual sexenio. Para fines prácticos ya consumió la mitad del tiempo y en 30 meses todo girará alrededor de la sucesión del 2024. Vendrán candidatos a Guanajuato en campaña, de Morena y de la Coalición Opositora, prometerán agua de nuevo. Reinventarán el largo plazo.
Qué país tendremos para ese entonces, no lo sabemos, pero el presupuesto federal cada día estará más apretado por las pensiones y los compromisos de PEMEX y la CFE. En el Ayuntamiento y en SAPAL tienen que establecer un plan B con el apoyo del Gobierno del Estado. El Zapotillo no es la única ni la última solución al problema. Intuyo que el modelo para resolver el corto plazo está en la compra de derechos de agua a los campesinos de los alrededores. Siempre será más productiva el agua en las empresas y en los hogares que en la siembra de alfalfa o sorgo. Los grandes invernaderos que comienzan a brotar como hongos en el Bajío, en Zamora, en las faldas del Nevado de Toluca y en múltiples zonas agrícolas del país completan la producción con creces.
La hidroponía urbana comienza a producir en lugares tan densos como Nueva York con gran éxito. Los emprendedores nacionales comprobarán que hay formas de cultivo que hacen rendir mucho más el agua. Nuestros jardines podrían ser huertos, y con plantas de reciclaje doméstico podremos lograr lo que hoy con las celdas solares en la producción de electricidad. Hay que ver el futuro con optimismo si SAPAL invierte bien en la planta tratadora y sigue con su incansable cometido de elevar la productividad.
León es resiliente y puede prosperar con políticas públicas de ahorro, inversión e innovación. Podría el Ayuntamiento llamar a los jóvenes ingenieros para plantear el reto. Hacer concursos de conservación y crear nuevas oportunidades.
Hoy que el gas está tan caro, SAPAL podría financiar la colocación de calentadores solares en miles de hogares. Hasta hoy son entregados como elementos de campaña política. Al PAN, como a todos los partidos, les encanta regalar antes de las elecciones. No es necesario. Un cálculo sencillo financiero basta para ayudar a que el sol también sea la fuente de calor en el baño cotidiano.
SAPAL debe verse como una posibilidad infinita de creatividad empresarial desde una institución pública. Siempre he pensado que con 400 mil clientes cautivos, la paramunicipal de todos podría crear cooperativas de consumo, de crédito, de lo que queramos. Sus activos están subutilizados, como los dos mil millones de pesos que durmieron improductivos durante años esperando el acueducto. Como en la obra de teatro de Samuel Beckett, esperaron y esperaron hasta que nunca llegó.