Además del desgarre muscular que sufrió jugando beis en horas de trabajo, Andrés Manuel López Obrador se está arriesgando a una lesión en la mano si insiste en querer tronarle los dedos a la OMS.

El presidente está obstinado con apurar a ese organismo de la ONU para que avale ya, ya, ya, las vacunas contra COVID-19 de Sputnik y Cansino compradas y aplicadas por su gobierno y que no serán aceptadas por Estados Unidos para poder entrar a su territorio.

Y a pesar de que el director del organismo, Tedros Adhanom, ya le contestó que, si tienen dudas, que manden a sus expertos, el Gobierno de la 4T necea con presionar por la vía “diplomática” un asunto que es estrictamente técnico, pues la OMS no puede avalar vacunas sin tener las pruebas completas.

VAYA que la actitud presidencial deja claro oootra vez que la pandemia de COVID en México se maneja desde la política y no desde la ciencia.

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Por cierto, cuentan que el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell se tardó en enviar la carta con el reclamo a la OMS por las vacunas no avaladas, provocando un fuerte disgusto de su mero jefe.

Y que la respuesta de Tedros Adhanom, director general de ese organismo internacional, de que hasta el jueves no habían recibido comunicación alguna de México sobre el tema se sintió en Palacio Nacional como un cachetadón con guante blanco del que todos culpan a López-Gatell.

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El hackeo a celulares de gobernadores ya es epidemia. Después del morelense Cuauhtémoc Blanco y el tamaulipeco Francisco García Cabeza de Vaca, ayer les ocurrió a la guerrerense Evelyn Salgado y al chiapaneco Rutilio Escandón. ¿No será que en su chat de WhatsApp de gobernadores hay un topo cibernético? Es pregunta con dos palomitas azules.

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La embestida contra la UNAM desde Palacio Nacional metió en broncas a varios egresados militantes de Morena. Mientras algunos como la ex titular de la SFP, Irma Eréndira Sandoval, y el investigador John Ackerman callan como momias, otros le dieron tímidamente la razón al golpeteo presidencial.

En su afán por quedar bien con el Jefe Máximo de la 4T, Claudia Sheinbaum se sumó a los ataques contra la universidad que le dio su formación académica, su licenciatura y sus primeras oportunidades profesionales. Sin su origen Puma, sería imposible explicar la carrera política de Sheinbaum, pero para mantenerse como la preferida de Palacio había que traicionar a la raza y olvidarse del espíritu.

En contraste, Ricardo Monreal se resistió a la tentación de sumarse al coro y fue claro en su definición: “Siempre me pongo de lado de la UNAM”. Esa respuesta sí amerita un Goya.

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