Don José Arturo Sánchez Castellanos, síndico novopanista, se le califica así porque se supone que para ser nominado en esa planilla,él, con trayectoria priísta, de pronto se brincó al albiazul, nos abrió un postigo a cierta realidad en el H. Ayuntamiento leonés al comentar que se dio un debate entre su persona y don Antonio Cabrera Morón, regidor por Morena.

El tema de fondo se centró respecto de las cifras que recientemente fueron publicadas y que colocan a esta Ciudad con un índice de mayor pobreza en México.

Sostiene el síndico, en su escrito, publicado en AM que se repartieron culpas; pero acuña la aventurada y anticipada conclusión de que “todos somos culpables de los niveles de pobreza y la enorme desigualdad que padece nuestro país”.

Esa, en el fondo, es una conclusión apresurada que desdibuja lo que se denomina justicia social, justicia distributiva.O sea que el ladrón le roba a su víctima y la convierte en cómplice porque se dejó engañar, burlar, hurtar, con descaro o subterfugios; pero se descuidó.

¿Hasta dónde, el simple mortal, hombre o mujer, niño, joven o viejo, tiene a mano las herramientas legales y las concen, para defenderse de los atracos de malos gobiernos y pésimos empresarios?

Sí, las leyes, reglamentos, instrumentos para defensa ciudadana allí están; pero resultan, en muchos casos, herramienta inaplicada por los gobernantes principalmente por aquellos que muy pronto amasan descomunales fortunas, que pertenecen al conglomerado.

Si conocen los lectores a un político de carrera, hombre o mujer, que lleve años en ese oficio y viva con ciertas y visibles limitaciones,informales a los debatientes para que confirmen su dicho de que todos somos culpables de la miseria que impera en nuestra ciudad.

A efecto de ver luz en esa realidad, pongamos un ejemplo simplista: la nómina cedular era del dos por ciento de las empresas al Estado. A propuesta de Sánchez Castellanos, se aumentó al tres por ciento. Cualquier lego en la materia supondría que el mayor ingreso iría para mejores obras; pero ocurre que& ojalá nos explique don Arturo la forma en que se reparten esos ingresos.¿Algo le llegará a la pobrería?

O sea que si nos atenemos a la idea de la culpabilidad genérica, tendríamos que aceptar que la familia que vive sin agua ni drenaje, es responsable de su desgracia.Otro tanto para quien no le llega vigilancia policial, que carece de transporte público o no hay escuela para sus hijos.Lo mismo que quien, con su prole, por mera necesidad se asentó en un predio irregular y lleva ocho años o más en litigio que no entiende ni sabe la forma en que se puede destrabar, porque no existe interés ni apoyó oficial;¿es su culpa y su responsabilidad? El que Sapal no les pague a los cesados en su trabajo, ni haga caso de las indemnizaciones de los muertos en la planta de tratamiento y aunque acumule miles de millones de pesos en los bancos, pero además que se desconozca una auditoría, ¿esa es culpa de todos los usuarios o ciudadanos?

En el debate al que apenas nos asomamos, dice don Arturo que el regidor por Morena, Cabrera Morón, se fue por el lado de las dádivas que promueve Morena, vía programas presidenciales.

Lo vacío en este debate se advierte en que ninguno de los dos actores dibujó y menos planteó específicamente en ideología, forma de gobierno y política estructural que requiere México, pero muy específicamente Guanajuato y León, para que la riqueza resulte distribuida equitativamente, no con dádivas, sino en orden a la justicia social en donde los ricos y gobernantes no disfruten de lo que a los miserables les corresponde.

Hace falta un debate, público y nacional, pero sin que se esconda nada de la actual realidad mexicana, guanajuatense y leonesa, a efecto de reconstruir este País; pero para que esto ocurra, estorban cuantos, hombres y mujeres políticos, cuando hablan y cuanto proponen lleva siempre el sello de sus intereses.

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