En estos días pasados, tuve la oportunidad de ir a Chiapas. Recorrimos horas de estrechas carreteras rodeadas de montañas y neblinas hasta llegar a zonas de selva tropical donde se esconden hermosas cascadas y lagunas. Es una tierra llena de costumbres y creencias derivadas de la convivencia de los diversos grupos étnicos que ahí habitan, y que comparten rasgos culturales similares como el pensamiento dual acerca de la vida y la muerte, bien y mal, nosotros y ellos, masculino y femenino. Impresionante su concepto sobre la naturaleza y la religión entre católica y pagana conformando un sincretismo. Sorprendente su mundo familiar y comunitario en el que encuentran protección, cobijo y sustento. Uno se encuentra en las calles a familias enteras vendiendo los productos que elaboran en sus distintas comunas; ancianas e infantes, todos están involucrados en la venta de objetos. Estas características conforman a estos grupos indígenas en un universo diferente al del resto de la población. En Chiapas, los hablantes de lenguas indígenas representan el 28.2 % del total de la población de 5.5 millones.
Ante esta apreciación, me preguntaba cual había sido la aportación del subcomandante Marcos y el EZLN en estas tierras. Dado el desinterés e indiferencia de las autoridades que no tomaban en cuenta a estos sectores de la población, Marcos hace visible la marginación, racismo y abandono que padecen los pueblos originarios del país y compromete al gobierno a mejorar sus condiciones de vida, respeto a su cultura y su forma de gobierno.
Según chiapanecos que no forman parte de comunidades indígenas, el movimiento del subcomandante Marcos logró un gran avance para este sector. Ahora, en la sierra, hay escuelas, centros de salud, hospitales y hasta universidades. Curiosamente, el pensamiento dual vuelve a aparecer ya que muchos no tienen interés en la escuela. Daniel de ocho años vende tabletas de chocolate que su mamá elabora, él es feliz enseñando su canasta a los turistas que van a la Cascada de Agua Azul. Tan tranquilo y alegre, a ratos interrumpe su venta para colgarse de una cuerda que pende de un árbol y oscila sobre las aguas. ¿Y la escuela? A Daniel sólo le interesa contar para su venta y eso ya se lo enseñó su mamá. Así también cuando padecen alguna enfermedad, muchos van con los curanderos que les hacen limpias y piden a alguno de los santos que veneran les devuelva la salud. Cuando el gobierno les propuso hacer una súper carretera de San Cristóbal a Palenque se negaron. Prefieren aprovechar a los turistas que van en coche muy despacio por la cantidad de topes que han puesto, y así les rentan “baños” a cinco pesos, venden botes de gasolina y algunas frutas y objetos, a pie de carretera. También atraviesan cuerdas para obligar un alto al vehículo y exigir compra de algo.
Estudiosos del tema opinan que el Estado debe reconocer y acoger las culturas de los pueblos para que sean libres y puedan expresar sus identidades sin discriminación.