¿Qué mal nos hizo Panamá? La pregunta viene al caso por el nombramiento como embajador de un personaje como Pedro Salmerón. Y es que apenas se supo de su designación, de inmediato surgieron protestas de colectivos feministas y estudiantiles, bajo la consigna “un acosador no será embajador”.
Las denuncias en contra del historiador no son nuevas, pero sí han sido reiteradas. De hecho, envuelto en medio del escándalo del movimiento Me Too que lo señalaba por acosar alumnas, Salmerón decidió renunciar en 2019 como profesor del ITAM.
Otro escándalo que lo llevó al desempleo, fue cuando calificó como “jóvenes valientes” a los guerrilleros que asesinaron al empresario Eugenio Garza Sada. La iniciativa privada no dudó en lamentar tan desafortunadas expresiones y, pese a sus desplantes, Salmerón tuvo que dejar la dirección de Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
Si a todo eso se le suma su nula experiencia en asuntos diplomáticos, podría resultar inexplicable el nombramiento de Pedro Salmerón, pero resulta que es muy cercano a Beatriz Gutiérrez Müller. ¿Acaso necesita mejores cartas credenciales? Es pregunta muy diplomática.
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A estas alturas resulta increíble que todavía haya quienes dudan de los beneficios de usar cubrebocas. En el parlamento abierto de la contrarreforma eléctrica era fácil reconocer a los representantes de la 4T porque eran quienes traían el rostro descubierto, en un salón repleto y sin ventilación natural. Ignacio Mier, Layda Sansores y Sergio Gutiérrez Luna son de los que prefieren la obediencia política a la evidencia científica.
Pero, bueno, del lado de la oposición no cantan mal las rancheras, como se vio en la reunión de la UNA, que agrupa a los alcaldes no morenistas de la CDMX. Aunque sí usaron cubrebocas, pero se lo quitaban para hablar, se pasaban de uno a otro el micrófono y, ¡oh, sorpresa!, horas después el panista Mauricio Tabe anunció que dio positivo para Covid-19. Ojalá que se recupere pronto… ¡y que no haya contagiado a nadie!
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Aprovechando que se están dando cambios en el gabinete, Elena Álvarez-Buylla debería ser titular de la policía moral, en lugar de encargarse de la ciencia y tecnología. Y es que la directora de Conacyt sigue dando al traste con este sector, porque se guía por cuestiones dogmáticas y no científicas. La nueva joya de su pensamiento fue afirmar que estudiar un posgrado en una institución privada equivale a comer… ¡comida chatarra! Así que, ¡agárrense!, porque vienen años de maestrías y doctorados garnacheros.
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A propósito de eminentes científicas, quienes conocen a Claudia Sheinbaum no daban crédito al escucharla defender la contrarreforma eléctrica, haciendo a un lado su currículum como académica especializada en temas ambientales. Hay quienes dicen que sus argumentos parecían dictados por la CFE, por lo que a partir de ahora será mejor llamarla Claudia Sheinbartlett.