Declaro ser uno de los que reconoce que, una familia de políticos, logró visibilizar esta semana la problemática de la orfandad en México. Explico por qué: la esposa del Gobernador de Nuevo León albergó el pasado fin de semana a un pequeño huérfano custodiado por el DIF. Muy a la mexicana, miles le lanzaron piedras, tomando escrupulosamente las leyes actuales sobre NNA (niñas, niños y adolescentes) y criticaron la convivencia familiar que hicieron con un menor con discapacidad.
Los datos de la semana sobre circulación en redes, mostraron que el drama de la adopción por fin, fue tratado nacionalmente en las redes sociales y eso, tiene una gran ventaja: como sociedad nos dimos cuenta que tenemos en México a miles de NNA alrededor de 40,000-, que están recluidos (no encuentro otra manera de decirlo) en Centros de Asistencia Social (orfanatos). De acuerdo en que la filantropía no se muestra, no se presume. “No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha”, es citado en el Evangelio de Mateo. Pero Mariana, es una hija de su época y vive de las redes sociales y hoy y siempre, como “producto” comercial que es, seguirá haciéndolo hasta el último de sus días y logró ya un objetivo: el debate sobre cómo facilitar los procesos de convivencia para sacar temporalmente a NNA de su realidad en orfanatos y llevarlos a una familia, aunque sea “fosfo”.
Numerosos organismos de la sociedad civil así como de derechos humanos, criticaron la acción de Mariana, pero para quienes conocemos por décadas la problemática de la desprotección y la orfandad, sabemos que la ley del 2019 vino a complicar y hacer casi imposible la adopción y la nueva figura del “acogimiento” tomó forma de trámites de adopción para que casi nadie se anime a certificarse, pues en el pasado aún con los riesgos que implicaba-, numerosas familias recibían temporalmente a huérfanos mientras se resolvían sus situaciones jurídicas y hoy, esto es imposible.
No es la ley sino el amor el que siempre construyó miles de historias de vida en la adopción en México. Hoy la ley, creó “camisas de fuerza” para complicar la adopción y el acogimiento. Hemos creado como sociedad, leyes, procedimientos, políticas, manuales, instituciones, que buscando proteger a la infancia, han complicado y hecho imposible la adopción. Parecería que todos quisieran estar tranquilos manteniendo a NNA en los orfanatos cumpliendo la ley y con ello, provocando retrasos culturales en su desarrollo que solo las familias logran. El promedio de edad de pequeños en orfanatos supera hoy los 10 años, donde la probabilidad de que sean adoptados, es casi nula.
El caso de la familia “fosfo” (haciendo referencia al color naranja de los zapatos de Mariana y del partido Movimiento Ciudadano) quizá haya sido una estrategia de marketing político, pues tienen ellos la experiencia no solo de haber ganado la elección en el estado más próspero del País, sino de seguir arrastrando a propios y extraños en las benditas “redes sociales” y esto podría ser cuestionable, pero lo que debemos reconocer, es que lograron que la sociedad mexicana, aún criticándolos, haya volteado a la realidad de la orfandad.
Los partidos tradicionales, PAN, PRI y PRD, siguen sin saber qué hacer frente a las dos estrategias disruptivas de políticos como AMLO y Mariana; uno, con un discurso populista que se dirige a las mayorías pobres en su lenguaje y desde sus necesidades y la otra, una joven “influencer” que entiende la comunicación a los jóvenes que son solidarios con las causas de los derechos humanos, las mascotas y el medio ambiente. Mariana encabeza un movimiento gubernamental y social que ubica a Nuevo León como líder en procesos de acogimiento y que con esta experiencia dio ya a conocer a nivel nacional, la importancia de ayudar -como podamos- a la niñez en desprotección. Probablemente les finquen responsabilidades, pero para quienes trabajan del lado del amor y no de la ley, ya hicieron su función: visibilizar la orfandad.
Escasean funcionarios públicos y tampoco entre las organizaciones de la sociedad civil, con perfiles e historias donde ellos mismos hayan adoptado o acogido temporalmente a NNA o que hayan dedicado años de su vida sin retribución económica a ellos. Necesitamos desde el Poder Judicial, el Legislativo y el Ejecutivo, personajes que no solo estén cerca de la realidad de la orfandad, sino incluso que hayan adoptado y recorrido el calvario para poder lograrlo. Hemos creado en México instituciones gubernamentales enormes que vigilan escrupulosamente la ley de adopción, pero hemos dejado atrás la propia dinámica de una sociedad que, por siglos, adoptó a NNA orientada solo por el amor.