Es común que preocupados y ocupados como están muchos padres por la pandemia que nos agobia, pasen por alto padecimientos auditivos que pueden ser detectados a los pocos meses de vida mediante simples observaciones de las conductas del lactante. Por ejemplo: Entre los 8 y 12 meses de vida el bebé debe voltear la cabeza hacia los sonidos o la voz de los padres, a los 2 años debe seguir ordenes sencillas y hacer contacto visual, a los 3 años repite frases, a los 4 estructura un relato y a los 5 establece conversaciones.

De sospechar algún trastorno, el padre debe acudir con un especialista para que este haga o solicite un tamiz auditivo que se hace desde recién nacido o hasta los tres meses mediante una prueba llamada de potenciales evocados del tallo cerebral, que puede medir la capacidad auditiva del infante o la pérdida de ésta y tratar el padecimiento con un auxiliar auditivo externo o implante coclear para que el niño perciba todos los sonidos.

Más del 80% de las sorderas llegan al nacimiento y muchas son causadas por enfermedades virales que contagian al recién nacido, como la varicela, el sarampión etc. Y pueden corregirse parcialmente con las soluciones mencionadas antes y si se trata de problemas de conducción del sonido hay que componer la infección e inflamación o retirar los obstáculos para el paso del sonido como cerumen, cuerpos extraños, líquidos, en fin.

Los preescolares exploran su mundo y su propio cuerpo introduciéndose objetos en oídos y nariz con más frecuencia que uno supone, algunas madres, en su afán de mantener limpio al bebé, usan cotonetes de punta de algodón para extraer cerumen obteniendo el otro efecto, es decir, tapando el conducto auditivo externo con la propia “cerilla”, también el oído medio puede afectarse en casos de gripas mal controladas, anginas o adenoides.

Los casos de lesión del oído interno son los provocados por virus, medicamentos o sonidos muy altos y desafortunadamente muchas veces son incurables con medicamentos o cirugía y requieren el uso de auxiliares auditivos. El tener una función auditiva correcta permite al niño captar los sonidos y adquirir el lenguaje para aprender a comunicarse con sus familiares y compañeros de la escuela, muchas veces los maestros detectan los trastornos cuando los niños no avanzan en el aprendizaje y comunicación.

Los mismos padres pueden diagnosticar alguna falla auditiva usando voz cuchicheada con sus hijos o utilizando un reloj que haga tic-tac y preguntar si lo escucha el hijo. No hay que descuidar la detección temprana de estos padecimientos para poder curarlos.

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