Muchas dudas genera la manera en la que el gobierno ha estado manejando la información sobre la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador.
¿Por qué el vocero Jesús Ramírez informó a las 16:15 horas del viernes que el Presidente había ido al hospital a una revisión de rutina cuando faltaban sólo 15 minutos para que le hicieran un cateterismo cardiaco que, supuestamente, ya estaba programado?
¿Quién ejerció el poder en el país mientras el Presidente estuvo bajo anestesia, aunque fueran sólo 30 minutos, y por qué se informó del asunto hasta la noche? En EU, por ejemplo, apenas en noviembre pasado se informó claramente y con anticipación que Joe Biden sería sometido a una colonoscopía y que, durante el procedimiento, Kamala Harris sería la Presidenta en funciones.
¿Cuál es el estado real de la salud del Presidente con sus antecedentes de cardiopatía y las secuelas por dos contagios de Covid-19? Son preguntas de seguridad nacional.
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Que Andrés Manuel López Obrador anunciara que tiene escrito un misterioso “Testamento Político” para que sea ejecutado -ajá- en caso de morir antes de terminar su periodo presidencial, lo aleja de su héroe nacional favorito y lo acerca a uno de los villanos históricos a los que más critica.
Y es que mientras Benito Juárez nunca hizo un testamento, quien sí dejó claras instrucciones por escrito fue Antonio López de Santa Anna. Vaya que la historia puede resultar muy aleccionadora.
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Allá en Oaxaca varios priistas de hueso tricolor dan por hecho que el gobernador Alejandro Murat ya rindió la plaza y está dando tooodas las facilidades para que Morena y sus aliados ganen la gubernatura.
Dicen que el candidato del PRI a la gubernatura, Alejandro Avilés, impulsado desde el Palacio de Gobierno, tiene muy bajo perfil para derrotar al morenista Salomón Jara, más aún después de que se rompiera la coalición con el PAN y el PRD, partidos que se unirán con el Panal para impulsar a otro candidato que atomizará el voto.
De hecho, los priistas oaxaqueños ya están haciendo apuestas sobre cuál será el consulado o la embajada que le darán a Murat como premio. ¡Ups!
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Quien podría jugar un papel decisivo en el futuro del conflicto en el CIDE es la presidenta de El Colegio de México, Silvia Giorguli.
Más de 200 egresados del Colmex le piden en una carta que, en su calidad de integrante de la Asamblea General de Asociados del CIDE, se oponga a la reforma académica que ese desde el Conacyt impulsa María Elena Álvarez-Buylla. Vaya que la próxima reunión de ese cuerpo colegiado se va a poner buena.