Ricardo Anaya es un virtuoso del piano, habla francés, practica equitación, hace yoga y se ostenta locuazmente como orador. Pero, por desgracia, dista mucho de ser un fiel espejo de los principios y valores de los mexicanos. Durante la campaña presidencial del 2018, José Antonio Meade le pedía a Anaya, “asumir las consecuencias de vivir con excesos y privilegios, que lo inculpan&”
Por su parte, Margarita Zavala recalcaba que no había manera de que alguien dedicado al servicio público, como Ricardo Anaya, pudiera manejar tantos millones de pesos: “Las mentiras de Anaya rayan en la personalidad múltiple. Es una pena que en el PAN se haya autoimpuesto un candidato mitómano, que cada vez que trata de explicar su riqueza, termina diciendo más mentiras&”
Recientemente, desde su guarida en el exilio, Ricardo Anaya vuelve a hacer una fugaz aparición en video, todo para que su partido y sus exiguos seguidores sepan de su existencia y no lo olviden en el 2024: está obsesionado en ser por segunda vez el candidato del albiazul a la Presidencia, aunque la derrota que sufrió el PAN, con él como candidato, fue la peor de la que se tenga memoria desde la alternancia. Los resultados fueron peores que los de Vázquez Mota.
Pero, él insiste, aparece y pontifica, se rasga las vestiduras y exige cero impunidades, e increpa al Presidente para que se castigue a la hoy secretaria de Educación, Delfina Gómez, porque cuando era alcaldesa de Texcoco pidió el diezmo a los trabajadores, para su campaña a la gubernatura del Estado.
El locuaz joven, de la sonrisa petrificada, sabe que no le corresponde al Presidente juzgar y castigar los hechos electorales, sino al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Que, por cierto, el Tribunal ya confirmó una multa de 4,9 millones de pesos a Morena por el financiamiento ilegal en la campaña de Delfina; pero, al joven Anaya, en realidad no le preocupa el tema, toda esta faramalla tiene un solo fin: el pretexto para justificar su fugaz aparición, aunque sea de manera furtiva, desde su guarida donde se esconde.
El joven de la sonrisa petrificada, hace su lucha, pero no se ajusta a la condición sine qua non de probidad que los mexicanos le han impuesto a la clase política. Recordemos que El Universal ya había balconeado a Anaya en el sentido de que su patrimonio había crecido inexplicablemente: pasó de tener 6 propiedades, a 33, así como acciones en 17 empresas registradas en Querétaro. Los bienes fueron valuados en 308 millones de pesos, un mil 304 % en términos nominales de incremento de su patrimonio.
También, en su momento, el abogado Adrián Xamán McGregor acusó al candidato presidencial Ricardo Anaya, de lavado de dinero proveniente de Gibraltar, Andorra y Suiza. Ernesto Cordero, ex senador del PAN, consintió en que, Ricardo Anaya estaría lavando dinero, de “los moches”. Así las cosas, se asesoró de su amigo, a quien negó tres veces antes de que cantara el gallo, Manuel Barreiro, perseguido por la justicia, en la compra de inmuebles y la creación de empresas fantasma, con: Masterplant.
La conseja popular tiene un viejo refrán que dice así: “El burro hablando de orejas”. Ricardo es acusado de recibir maletas de dinero de Pemex y de Odebrecht, para apoyar la Reforma Eléctrica. Además, fue parte la LXII legislatura, de infausta memoria por los famosos “moches,” de los que hubo contundentes denuncias de parte de alcaldes sobre la corrupción: “un grupo de diputados exigían a los alcaldes moches del 30% de los recursos asignados para la Obra pública municipal,” los comandaba el guanajuatense Luis Alberto Villarreal. También, había mucho dinero y cohechos de por medio, para sacar las reformas estructurales del Ejecutivo. Vivían su luna de miel, tenían poder, dinero y amor…dijera Chabuca Granda.
Decía Reforma que, “El moche tenía su estilo.” Según testimonios de ediles, el moche tenía dos etapas. En la primera, Villarreal planteaba el negocio… posteriormente, un diputado de su confianza acudía con el alcalde para informarle que su solicitud había sido aprobada, pero antes habría que pagar el diezmo. Villarreal había convencido a Gustavo Madero, Presidente del PAN, que solo con dinero lograrían su reelección en el 2014. Entonces, éste conocía perfectamente la extorsión que estaban haciendo para comprar su reelección. Ricardo Anaya, nunca alzó la voz para denunciar la deshonestidad de las extorsiones, tal vez porque andaban en lo mismo. El burro hablando de orejas.
Pero, cuidado, Ricardo Anaya es “mitómano, tiene personalidad múltiple”, dice margarita Zavala. Posee la capacidad del histrión, además de una intrigante colección de máscaras y sorprendente capacidad para mimetizarse, tal y como lo hacen los maestros del disfraz, expertos en la farsa. Éstos se han puesto las máscaras desde hace tanto tiempo, de tal manera que ellos mismos ya no se reconocen, olvidaron quienes son, porque el engaño y la ambición los transforma en seres desconocidos para ellos mismos&
Los ciudadanos tienen el derecho de conocer a sus políticos tal y como son: Ángeles o demonios, hombres con fortalezas y debilidades, pero, sin la máscara que utilizan para la pantomima con el propósito de engañar, porque al final la baja estofa se pudre. Acción Nacional, no puede tropezar dos veces con la misma piedra.
P.D. Aumenta 72% los contagios de COVID en León tras inicio de la Feria. Qué pena que haya prevalecido el ego, sobre la sensatez.