Las tragedias de la fe

El oportuno reporte del periodista Trino Méndez, publicado por AM el viernes, mostró cómo los fieles desoyeron las recomendaciones de las autoridades religiosas y acudieron con anticipación a la Catedral de San Juan de los Lagos, que estará cerrada pasado mañana durante la tradicional fiesta de la Candelaria.

Se entiende la prudente decisión del Obispo de San Juan de los Lagos, Monseñor Jorge Alberto Cavazos, pero también la de los fieles, que viendo que la nueva oleada de Ómicron en poco ha cambiado la normalidad recuperada, resolvieron acudir a manifestar su fe como han hecho por tanto tiempo: si hay Feria en León, ¿cómo imponerles suspender sus peregrinaciones, por muy sensato que parezca?

Falta saber si la decisión de no abrir las puertas del templo desde mañana y hasta el jueves contiene las acostumbradas visitas o simplemente provoca que se reúna una enorme cantidad de fieles en los alrededores del templo, como ya se veía durante la semana cuando solamente podían ingresar a la Basílica Catedral en grupos reducidos.

“Entran en bloques de no más de 250 personas o menos, siempre cuidando las medidas sanitarias”, señaló uno de los coordinadores del acceso a la Catedral.

Otra tradición, por desgracia, se cumplió también este año. Son incontables las tragedias en que se ven envueltos los peregrinos y este año ocurrió en la carretera León-Aguascalientes, donde cuatro menores y nueve adultos fallecieron en la volcadura de una camioneta que venía del Estado de México, en la que viajaban otras 10 personas.

Estos dramas son frecuentes y apenas en noviembre, 19 personas murieron al quedarse sin frenos un camión en que viajaban peregrinos que iban al Santuario de Chalma, en el Estado de México.

En una tragedia similar a la del sábado, en 2017 fallecieron en la carretera México-Puebla 11 fieles que regresaban de honrar a la Virgen de Guadalupe en su casa de Tepeyac.

Y las tragedias no distinguen entre distintas confesiones. Son por desgracia frecuentes en La Meca, el epicentro de la fe de los musulmanes, donde cada año se reúnen millones de fieles. La más terrible ocurrió el 3 de julio de 1990, cuando 1.426 personas fallecieron por asfixia y aplastamiento en un túnel que conduce al lugar de culto.

Fieles en la Catedral Basílica de San Juan de los Lagos. Foto: José T. Méndez

Prensa en la mira

A pocas horas de compartir con los lectores El Intérprete de la semana anterior, en el que comentaba el asesinato de dos periodistas, fue ejecutada en Tijuana Lourdes Maldonado López, una respetable veterana del oficio.

El crimen terminó por exasperar al gremio, por ser el tercero en el mes, el segundo en una semana en Tijuana y sobre todo, porque como lo reconoció el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, 90% de los casos quedan impunes, lo que por lo demás ocurre con todos los asesinatos en nuestro País: quien mata tiene muchas posibilidades de no tener que pagar las consecuencias.

Las movilizaciones de periodistas del martes fueron un resultado lógico de este hartazgo y sería deseable que produjeran algún resultado. Como ya comenté alguna vez, AM estuvo involucrado de cerca en el seguimiento de las agresiones contra el gremio hace casi 30 años, por su colaboración con la Sociedad Interamericana de Prensa.

Y aunque en aquel entonces la amenaza del crimen organizado no estaba tan presente, los orígenes de los ataques y el resultado eran similares: los periodistas morían por lo general a causa de lo que habían difundido y los crímenes quedaban sin resolver.

En febrero de 1995 me tocó acompañar a una comisión de la SIP que investigaba tres crímenes de periodistas que habían ocurrido en Morelos el año anterior, en apenas un mes. En Cuernavaca tuvimos una reunión alucinante con el Procurador de Justicia del Estado, que se burló sin piedad de sus visitantes, entre los cuales había varios directores de diarios y revistas de otros países. Dos años después, agentes bajo su mando fueron sorprendidos mientras arrojaban el cuerpo de un detenido que había muerto por tortura en los separos de la dependencia y acabó sometido a proceso. Ya no recuerdo si alguno de los casos de los periodistas fue resuelto, pero seguramente no.

Al cabo del tiempo, la situación es cada vez más riesgosa. Las autoridades, desde el Presidente de la República hacia abajo, desacreditan casi todos los días el trabajo de los medios y a los asesinos no les tiembla la mano. 

Periodistas de Guanajuato, durante su protesta en la capital del estado. Foto: Especial

Neil contra Spotify 

Después de tantas broncas con Facebook y Twitter, ahora la polémica alcanzó a Spotify, la empresa sueca famosa en todo el mundo por su servicio de música en streaming. Con frecuencia metida en pleitos por derechos y contratos, ahora se enfrenta a una decisión relativa a sus contenidos. Y ha sido un escándalo.

Como se sabe, todo se originó por el reclamo del veterano rocanrolero canadiense Neil Young, quien amenazó con retirar su música si Spotify mantenía al podcaster Joe Rogan, un polémico conductor con enorme audiencia, por cuya emisión pagó alrededor de 100 millones de dólares en 2020 (lo que aprovechó para retirar algunos de los contenidos más radicales, sobre todo relacionados con posiciones de la extrema derecha y libertarias).

Los reclamos de Young -un rocanrolero de tiempo completo, que se ha peleado con medio mundo durante su larga carrera– se centraban en la promoción de posturas antivacunas que a su juicio hace Rogan, quien por su parte siempre ha defendido lo que considera debe ser una libertad absoluta para que la gente promueva sus ideas. Es un ferviente cazador, partidario de la legalización de las drogas y practicante del aislamiento para la meditación. 

El caso es que Spotify cortó por lo sano y echó a Young de su catálogo, en una decisión que ha provocado una enorme controversia y sabrosos análisis, tanto en Europa como en Estados Unidos

Para el artista el efecto es inmediato, 83% de los ingresos que produce actualmente la música provienen del streaming. Falta ver qué significa para la compañía sueca, que está en la mira, como puede ver cualquiera en las benditas redes sociales.

Neil Young y Joe Rogan, en una composición realizada por AP. Foto: AP

¿Qué ver, qué leer?

Y qué escuchar y cómo, también. Por un problema con la edición de nuestro material de la semana pasada, los anunciados comentarios sobre la “venganza” de los discos de acetato no llegaron a los lectores. Entre otras cosas hablaban, precisamente, de los porcentajes del consumo de música en distintos formatos.

Conozco a fondo el amor y la devoción que requieren los discos antiguos. Seis mudanzas he realizado con decenas de cajas a cuestas con tal de conservar conmigo mis cientos de acetatos (ahora les dicen vinilos, todos los llamábamos acetatos cuando adquirí los que tengo).

Recuerdo que fue en un documental sobre el grupo británico The Who donde me enteré que fue en 1968 y 1969 cuando gracias a los artistas de rock, por primera vez se vendieron en el mundo más discos LPs (longplays, de 12 pulgadas) que “sencillos” (de 7 ½ pulgadas y por lo general dos canciones), lo cual en aquel momento suponía una especie de reconocimiento -del público y de la industria- a la seriedad y los alcances de los músicos que habían desarrollado aquel género.

La situación se mantuvo por cerca de 20 años, hasta que aparecieron los CDs. Las discusiones sobre la calidad de uno y otro formato han sido enciclopédicas -y se expandieron desde la aparición de los archivos digitales-, pero frente a quienes defendían la comodidad de los nuevos discos por su menor tamaño y su presunta eterna duración -que resultó falsa-, siempre estuvimos quienes exaltábamos las bondades de una buena pieza de cartón, el despliegue de letras y fotografías en aquellos impresos que los acompañaban.

Todo fue inútil y el CD no solo se apoderó del mercado, lo que hubiera sido una consecuencia lógica de los gustos de la audiencia, sino que los acetatos desaparecieron. Conservar una buena tornamesa y disfrutar nuestra colección de tantos años pasó a convertirse en una especie de ceremonia subterránea, aunque con los años la producción de los ahora vinilos comenzó a incrementarse.

Ahora la venganza se ha consumado. De acuerdo con la RIAA, la asociación de la industria de Estados Unidos, “por primera vez desde 1986 los ingresos generados por los LP superaron a los de los CD. En la primera mitad de 2021 se vendieron un 27% más que en el mismo periodo de 2020”. Por supuesto, son operaciones marginales comparadas con el consumo del streaming, que concentra 83% del total.

Nos enteramos de todo esto no solo porque Adele ha elaborado 500 mil LPs de “30”, su más reciente trabajo (“Thriller”, de Michael Jackson vendió 50 millones en 1982, hace 40 años), sino porque el dislocamiento de la producción y el comercio mundiales han afectado al sector de los vinilos, que padece por la escasez de plástico y cartón. En fin, si faltan microchips, que tarden un poco más en producirse los discos no parece tan dramático, la revancha llegó ya.

Adele, en una imagen promocional de “30”. Foto: Twitter

MCMH 

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