El pasado jueves 3 de febrero en sesión del H. Ayuntamiento de León, al terminar la presentación del informe trianual del SAPAL, la regidora Gabriela Echeverría, refiriéndose al presidente del organismo, el Ing. Jorge Ramírez, dijo textualmente lo siguiente: “desde el inicio de su gestión lo vimos adjudicarle a su cuñado una obra millonaria en un conflicto de intereses”.
Desde hace más de dos años, cuando la C. Echeverría ya ejercía como regidora en la administración municipal pasada, la Contraloría Municipal mediante oficio CM/DCS/1281/2019 de fecha 23 de julio de 2019, notificó al director del SAPAL que en el asunto de la obra señalada “no existen los elementos o evidencia que permitan advertir que el presidente del Consejo Directivo de SAPAL haya tenido alguna intervención en la adjudicación” de la mencionada obra, y el asunto fue archivado.
En un Ayuntamiento en el cual confluyen 15 ediles iguales en jerarquía y en donde se permite la libre expresión, cuando uno de ellos toma la palabra y expone una opinión que vulnera o calumnia los derechos de otro edil o de otra persona, cualquiera de los demás tiene el derecho a replicar y refutar lo dicho, siempre en razón a la naturaleza de su cargo, y nunca por su condición de género.
Los debates, son precisamente la esencia de cualquier Ayuntamiento, tal como lo reconoce el Instituto Nacional Electoral, mismo que establece que “en una democracia, la política es un espacio de confrontación, debate, disenso, porque en ésta se hacen presentes diferentes expresiones ideológicas y partidistas, así como distintos intereses”.
Así mismo, señala que la violencia política de género se considera cuando: “la violencia se dirige a una mujer por ser mujer. Es decir, cuando las agresiones están especialmente orientadas en contra de las mujeres por su condición de mujer y por lo que representan en términos simbólicos, bajo concepciones basadas en estereotipos”, o cuando “la violencia tiene un impacto diferenciado en las mujeres; esto es, a) cuando la acción u omisión afecta a las mujeres de forma diferente que a los hombres o cuyas consecuencias se agravan ante la condición de ser mujer; y/o b) cuando les afecta en forma desproporcionada.”
Probablemente la forma de decir o expresar una postura, por los términos, tonos o ademanes utilizados, bajo la óptica de algunas personas puede ser violenta o irrespetuosa, y si así fuera, no quita nada y se debe ofrecer una disculpa a quien se haya sentido ofendido(a).
La lucha de las mujeres para que su voz, sus opiniones y sus decisiones sean reconocidas social, política y públicamente ha sido larga y difícil. Uno de los mayores logros que han obtenido en esta lucha, es que México cuente con un recurso legal que las defiende de la violencia de género en la política, pues esto ha permitido que se privilegie el conocimiento y los argumentos de la persona, más allá de su género, y limita las descalificaciones misóginas.
Por ello este importante recurso solo debe ser aplicado con este propósito y no para utilizarlo políticamente, pues de ser así transgrede esta lucha por fines personales, desacredita el trabajo que realizan otras mujeres y vulnera la objetividad con la que deben analizarse este tipo de situaciones.
Celebro la participación de las mujeres en la política y jamás haría nada para desincentivar su desarrollo en este ámbito, pero no renunciaré al debate de ideas cuando éste deba desarrollarse frente a una mujer, pues tratarla de forma diferenciada por ello, sí sería discriminación por género. Debato en función del cargo y de las ideas, no del sexo de la persona.