Esta semana se incrementó el número de periodistas asesinados. La cifra de muertes es la mayor en la historia del País. A pesar de la negación que hace el gobierno federal, no puede ocultar la realidad, de que México ha sido declarado por organismos internacionales, como el País más peligroso para ejercer el periodismo y que vivimos tiempos complicados para ejercer la libertad de expresión desde la práctica periodística. Me duele que AMLO, quien siempre dijo defender la libertad de expresión, ataque a diario a quienes tienen el deber de informar y a las asociaciones civiles dedicadas a la investigación periodística.
Vicente Leñero, el gran literato y periodista, escribió su obra “Los periodistas”, que es a partes iguales novela, testimonio y crónica, en un relato apasionado de los sucesos que darían origen a una nueva era del periodismo en México: el golpe del gobierno de Luis Echeverría en 1976 al periódico Excélsior. Descrito en ese momento, el del esplendor del populismo en el país y que mostró la fragilidad de esta noble profesión cuando el poder se concentró en el presidencialismo autoritario y populista de Echeverría.
Por eso, traigo el recuerdo del gran Leñero quien formó en Proceso -junto con el jesuita Maza y Sherer-, a generaciones de periodistas en una invitación con su ejemplo, para que otros lo hiciéramos o al menos, lo intentáramos. Nuestro periódico AM, también, fue escuela de cientos de periodistas, donde conocí de la pasión por investigar, transparentar e informar y discutir el enfoque, el método, el encabezado. Por eso, estoy agradecido por las enseñanzas de muchos de ellos, no solo de cómo se hace el periodismo, sino también de cómo enfrentan la vida con la sola causa de dar cuenta de los hechos.
Pero el periodismo tiene estos años cargas de dolor y rabia, pues el crimen organizado ha querido callar a los comprometidos periodistas y reporteros en su labor diaria de dar cuenta de la barbarie. Los datos duros sitúan a México como el país donde se corre el mayor riesgo en esta profesión. Tristemente los datos reflejan que, durante el sexenio de AMLO, las muertes de periodistas se han incrementado. Ya en Veracruz, ya en Baja California, ya en Oaxaca, ya en Morelos. Los gobiernos han creado Procuradurías y Fiscalías especiales; fondos para su protección. Pero no han logrado contener los ríos de sangre cuando miserables matan cobardemente al mensajero.
En México, Morena desapareció el Fideicomiso del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas y aunque prometió canalizar recursos en forma individual, la realidad es que este fondo desapareció y nuevamente esta profesión sigue expuesta a la fuerza del crimen y del poder. Lo hizo paradójicamente, un gobierno como el del presidente AMLO que se declaró de izquierda, y que es el que más debería proteger la libertad de expresión y hoy es el que más ataca, descalifica y ofende a diario al periodismo y a los periodistas. Son los medios de comunicación el blanco de la agresión verbal y el insulto, pues AMLO a diario invita a que sus simpatizantes estigmaticen a periodistas que en forma independiente o institucional realizan la labor de cuestionar a los gobernantes para informar al ciudadano.
La muerte reciente de más periodistas esta semana y los medios que se solidarizaron con la causa de proteger como sociedad a los periodistas, refleja el tamaño del problema. Por eso, me uno al dolor y honro a la gente querida que desde el periodismo trabaja honestamente para dar cuenta de esta historia cruenta de la cuesta de la existencia en todos sus claroscuros; ya en esperanzas o en muerte, pero que son al final la realidad. El periodismo no nació para tomar posturas o militar en una posición ni para alabar al poder; es la actividad noble de estar con todos, por eso, el la más bella de las profesiones y hoy, la de mayor riesgo.