La historia es conocida y, en cierto sentido, aleccionadora, por lo cual vale la pena recordarla: el Alcalde leonés, de ese tiempo, le dijo, muy en privado a un ciudadano probo, ejemplar y con honestidad a flor de piel, que sería el presidente de la Feria.

    A los pocos días, en otro desayuno, le comentó, con pena dijo, que surgió un cambio. Ahora el propuesto resultaba otro ciudadano. Y ese leonés, que traía la “bolita”,fue simplemente nominado en una curiosa elección – de alguna manera hay que llamarle- que realizó en sesión el Honorable en funciones.

    El ejercicio del nominado ya terminó. Quienes quieran calificarlo hoy o mañana, pueden hacerlo. Mis respetos a sus juicios. Yo simplemente creo que tal personaje debió bajarle un poquito a uno de los cuatro temperamentos fundamentales que tiene como atributo. Con eso el diez se lo hubiera ganado sin fatiga. Todavía ahora lo veo en capacidad de rehacerse y mostrar su personalidad servicial y atenta, despojada de la vehemencia que en ocasiones anula el buen ser y aparecer.

        Pero ese es otro tema, para analistas y asesores. Yo, por lo que se advierte, simplemente señalo hechos de política, que pueden ser superados, en forma y fondo.

        Recordemos a este propósito, que el actual Ayuntamiento tiene ya en cartera dos nominaciones  muy importantes. Una: quien presidirá en el futuro inmediato, el Consejo de Sapal. Otra: elegir a la persona que encabece el Comité de la Feria.

        No es necesario aclarar que en León contamos con gentes mucho muy preparadas, hombres y mujeres, con probidad demostrada.De allí se debe escoger. Para hacer una atinada nominación, habría qué abrir el proceso para que se manifiesten libremente las propuestas. Y lo digo sin tapujos, con toda claridad, si del nivel superior de gobierno se suma una sugerencia, bien recibida sea para incorporarse al examen.

          Así no habrá sombras ni compromisos bastardos. Los o las que resulten señalados, no van a ser fruto del dedazo y menos de los ya famosos cabildeos -arreglos- que se efectúan en lo oscurito.

        Hasta ahora, a esos Consejos, cámaras y varias agrupaciones, enviaban a sus representantes para sustanciar o sea formar en los organismos. Generalmente se hacía ya con arreglo o sea acuerdo con la cabeza del Honorable, que anticipaba  el sí. Es obvio que no todos los que gestionaban  acomodo, acudían por ser útiles o sea servir y sí por servirse. Y esto ocurre no únicamente en Sapal y el Comité de la Feria. Se da en otros organismos. Existen en los que cada sesión de consejeros, aunque no aconsejen nada ni realicen gestión alguna en favor de sus compañeros, nada más por acudir, se les da un premio en metálico. Por eso se pelea tal nominación. Y cuando se cae, el agraciado enfurece al secarse su cartera, no en razón de que se le cerró una puerta para buscar el bien de los demás. Hay quienes en años y años de consejeros en el, por decir algo, organismo de seguridad social, acumularon muchas asistencias (y cobraron).

  Se me puede aclarar que, como dijo la viejita: esa es otra historia. Lo es, ciertamente, pero nos ilustra para sugerir que tanto a Sapal como para el Comité de la Feria las cámaras  envíen dos o tres propuestas de personas a efecto que haya de donde escoger sin asomo de compromisos y complicidades.

    Esos organismos ciudadanizados, tienen que caminar a una fórmula                 democrática que presagie y garantice la honestidad.

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