Tal parece que la ciudadanía se está acostumbrando al tono irrespetuoso que utiliza el presidente cuando se refiere a personas o grupos que lo incomodan porque no están de acuerdo con lo que dice o tienen una visión diferente a la suya. Peor aún si tienen pruebas y sustentan lo contrario de lo que el mandatario proclama como una verdad o un valor, ya sea austeridad republicana o el fin de la corrupción en su gobierno.
La falta de respeto es ya una forma de vida de López Obrador. Acusa, señala, insulta, se burla, desacredita y critica de una forma vergonzosa a quien quiere. No se limita a los mexicanos, sus ofensas han escalado a nivel internacional lanzando improperios a Panamá, Austria y España por citar a algunos. Quienes entienden estos desfiguros faltos de diplomacia y llenos de desconocimiento del manejo de las relaciones internacionales se llenan de vergüenza.
El presidente no es respetuoso, pero exige respeto a su investidura presidencial la cual usa de escudo según le convenga. Cuando los gobernadores de la Alianza Federalista querían ser atendidos por él para dialogar sobre la reasignación de recursos, los acusó de haberle faltado el respeto y ya no los atendería personalmente para evitar que la investidura presidencial fuera utilizada con propósitos electorales.
Cuando maestros de La CNTE retienen a López Obrador, éste aseguró a los manifestantes que no aceptaría chantajes y exigió respecto a su investidura: “Aquí me quedo, no acepto chantajes”. Ante protestas de mujeres, AMLO dice: “Uno tiene que ser mucho más respetuoso& no hay necesidad de exponernos, no es Andrés Manuel, es la investidura presidencial y tiene que haber respeto”. Así evita una posible confrontación con una funcionaria. Al ex gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, quien acudió a Palacio Nacional para presentar pruebas sobre la presunta injerencia del narcotráfico en las elecciones en ese estado, no lo recibió alegando que: “&. no me corresponde eso, hay que respetar la investidura presidencial”.
Aquí me gustaría preguntar: El respeto ¿Se pide? ¿Se gana? ¿Se deben respetar aspectos como la edad, la posición social, títulos nobiliarios o académicos, niveles jerárquicos y una investidura presidencial? Si esto es así ¿Qué pasaría con un niño, con un mendigo, un empleado, un alumno? ¿No son merecedores de respeto? ¿Tienen que ganárselo?
El respeto es un derecho que todos tenemos por tener la condición de ser persona, es un reconocimiento a nuestra dignidad y es un requisito para la interacción humana. Todas las personas merecen un trato digno sin menosprecio o burlas sin importar la circunstancia. Cuando reconoces la dignidad de otras personas, actúas respetando sus derechos.
La presidencia como muchos puestos, encarna a la persona. Esta puede impregnarse de honra o deshonra según actúe quien la ejerce. Las acciones de quien la personifica le dan el prestigio o desprestigio. Resulta indigno esconderse detrás de una investidura presidencial. Es hora de que el mandatario sea el primero en respetar y honrar la presidencia y dejar de utilizarla a su provecho.