El problema de seguridad está más que diagnosticado y para solucionarlo se requiere la intervención de los tres niveles de gobierno, que cada uno asuma su responsabilidad y ponga su pieza en el rompecabezas. 

Los gobiernos federal y estatal aportan la información de inteligencia, las corporaciones de seguridad (SEDENA, Marina, Guardia Nacional, FESPE, etc) y la procuración de justicia a través de las fiscalías para combatir la impunidad. Y en el caso de los municipios, su principal aportación es contar con una policía confiable, honesta, debidamente capacitada, bien remunerada y con el equipamiento necesario.

En el caso de la Policía de León, que es la más grande del estado con más de 2 mil elementos, desde el Ayuntamiento se están haciendo esfuerzos importantes para lograr que nuestra corporación sea confiable, pues lamentablemente, solo el 32% de los leoneses confía en ella.

Por esta razón, de forma valiente, nuestra alcaldesa Alejandra Gutiérrez, ha decidido desde el primer día, enfrentar el problema. Prueba de ello son los casi 300 policías que han sido dados de baja por “pérdida de confianza”, esperando ya casi llegar al nivel despidos necesarios para sanear al cuerpo policiaco. 

Se han aumentado de forma sustancial el sueldo y prestaciones de todos los elementos. Se está atendiendo y resolviendo el penoso asunto de los uniformes -que, dicho sea de paso, hace evidente la necesidad de realizar con urgencia cambios en el área administrativa de la Secretaría de Seguridad de León-, y para este año se tiene un presupuesto millonario para adquirir equipos, patrullas, chalecos, armamento, sistemas de comunicación, y todos los insumos necesarios.

Lamentablemente a pesar de los esfuerzos descritos, los casos de abuso, negligencia, intimidación y prepotencia policiaca se siguen presentando en nuestra ciudad. A casi 5 meses desde que inició esta Administración, las quejas ciudadanas que más he recibido se refieren a una mala actuación de la Policía Municipal y en casi todos los casos, la razón la tienen los quejosos.

Por citar un ejemplo, una ciudadana me llamó para denunciar y acreditar con videos, que uno de sus hijos fue víctima de un robo en su negocio; y pese a que había una patrulla prácticamente afuera del domicilio cuando llegaron los ladrones, los uniformados no intervinieron para auxiliar a la víctima.

Hubo otro caso en donde a un automovilista, a quien, con el pretexto de investigación de un reporte, elementos de policía lo bajaron de su vehículo, lo encañonaron, ultrajaron e intimidaron, al tomar fotografías de sus pertenencias y de su vehículo.

Otro más en donde empresarios que fueron objeto de un asalto manifestaron haber escuchado conversaciones por radio entre los maleantes y los policías, en donde estos últimos daban información sobre el tiempo de llegada de las patrullas al lugar de los hechos.

O que tal ese caso de abuso y prepotencia de la policía al arrestar a dos muchachos que solo hacían su trabajo para el Patronato de la Feria, a los cuales se les aplicó un legalismo para trasladarlos a los separos, no sin antes amedrentarlos y cambiarlos de patrulla en el trayecto.

Y por último la reciente circulación de un video en donde unos agentes atropellan deliberadamente a una persona para después patearla y golpearla en el piso.

Cambiar la percepción ciudadana en cuanto a nuestra policía será más complicado de lo que parece, por eso no serán toleradas este tipo de actuaciones de algunos de los elementos, cuyas actitudes no son reciprocas al interés que ha tenido esta administración para dignificar, fortalecer y proteger su investidura.

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