¿Qué quiere realmente Vladimir Putin para suspender la invasión a Ucrania? En una conversación telefónica con el mandatario francés Emmanuel Macron el 28 de febrero estableció varias condiciones “preliminares”: “El reconocimiento de la soberanía rusa de Crimea y la desmilitarización y la ‘desnazificación’ del Estado ucraniano y la promesa de su estatuto de neutralidad”. 

La verdad, sin embargo, es que no hay certeza de que el presidente ruso suspendería la invasión aun cuando se cumplieran estas condiciones. Putin ha mentido de manera sistemática, como lo hizo al afirmar que no invadiría Ucrania. En esa conversación con Macron se comprometió a respetar a los civiles en Ucrania, pero poco después se registró el bombardeo de la ciudad de Járkiv (Járkov en ruso), que tiene una importante población de habla rusa. Bombardear a la gente no es la mejor forma de ganar su respaldo. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, rechazó ayer que Rusia esté atacando a civiles, pero no hay objetivos militares en las zonas residenciales de Járkiv. 

Es paradójico que Rusia exija la “desnazificación” de Ucrania. Llamar nazis o fascistas a los rivales se ha convertido en una forma casi automática de descalificarlos, pero si algo caracterizó al régimen nazi fue su autoritarismo. Ucrania, sin embargo, es una democracia intensa y vibrante. Uno de los grandes problemas del país ha sido la inestabilidad generada por una serie de elecciones que le han dado el poder a veces a políticos prorrusos y otras a proeuropeos. En 2019 se registró el triunfo del excomediante Volodymyr Zelensky, el actual presidente, quien es judío, lo cual hace paradójico que Putin lo acuse de nazi. Putin, en cambio, ha tenido el control en Rusia desde 1999 y lo ha ejercido de manera autoritaria, centralizada y agresiva, como Hitler, al grado de que ha intervenido militarmente en Georgia, Crimea y ahora en el resto de Ucrania. 

Pueden entenderse las preocupaciones de seguridad, pero la invasión de Ucrania, lejos de fortalecer a Rusia, la debilita. Ucrania renunció en 1994 a las armas nucleares. Las encuestas señalaban antes de la anexión rusa de Crimea de 2014 que los ucranianos tenían una buena impresión de Rusia, pero esta ha caído por tierra. Nadie puede querer a un vecino que te bombardea. 

La diferencia en poderío militar entre Rusia, con 144 millones de habitantes, y Ucrania, con 44 millones, es enorme. Rusia tiene 900 mil efectivos en sus fuerzas armadas y 2 millones de reservistas; Ucrania solo 196 mil y 900 mil. Rusia tuvo un gasto militar de 45,800 millones de dólares en 2021, contra solo 4,700 millones de Ucrania. Rusia tiene armas nucleares, Ucrania no. 

Rusia es un peligro para Ucrania, como ya se ha demostrado, pero Ucrania no lo ha sido para Rusia. Solo que la invasión puede ahora cambiar el equilibrio. Aún cuando Rusia logre conquistar Ucrania, la población resentirá una ocupación extranjera. Los países bálticos, también vecinos de Rusia, están fortaleciendo sus lazos con la OTAN, como seguramente lo hará Polonia. Suecia y Finlandia podrían unirse a la organización atlántica. Las sanciones afectarán de manera muy seria la economía de Rusia. Si Putin tenía el camino asegurado para quedarse en el poder por lo menos hasta 2030, las posibilidades de perderlo ahora se han incrementado. La guerra ha sido un error. 

 

Pueblo en vilo

“Generalmente, los muertos seguían entrometiéndose en la vida de los vivos”, escribió el historiador Luis González y González en Pueblo en vilo, su crónica sobre un violento San José de Gracia, Michoacán. La matanza de este 27 de febrero en esa comunidad, que el gobierno trató de soslayar, se convierte hoy en un nuevo testimonio de los problemas de inseguridad de Michoacán y del país. 

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