¿Cómo pintaría la procuración de justicia en México si Alejandro Gertz dedicara el mismo interés, energía y los recursos de la FGR para perseguir a criminales, asesinos y funcionarios corruptos que los que dedica a mantener en la cárcel a Alejandra Cuevas?

¿Y cómo se hubiera desarrollado ese caso en particular, así como la persecución contra la ex cuñada del fiscal, Laura Morán, sin toda la presión que Gertz ha ejercido desde su cargo público para influenciar un asunto privado y personal?

En una democracia funcional, e incluso en un gobierno corrupto como los que encabezó el PRI, el titular de la FGR ya hubiera presentado su renuncia tras la revelación de las grabaciones en las que Gertz presume sin pudor alguno: “tenemos a tres o cuatro ministros” de la Suprema Corte.

Tal parece que, en la 4T, el único error grave que puede cometer un funcionario es lastimar el ego y la soberbia del inquilino de Palacio Nacional y que, mientras Gertz siga prendiendo inciensos al Presidente y cumpliendo con sus instrucciones, permanecerá en el cargo sin preocuparse.

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Por cierto, quienes saben cómo se las gasta Andrés Manuel López Obrador advierten que mal haría si a propósito del escándalo de Alejandro Gertz sale en la mañanera del lunes con la cantaleta de que no se va a meter en el asunto porque “la FGR es autónoma”.

Y es que, después de ver cómo los nuevos gobernadores morenistas han llegado a tumbar fiscales estatales para colocar a sus fiscales carnales y la manera en la que el propio Gertz ha bailado al son que le tocan en Palacio Nacional desde su nombramiento, usar ese argumento sería un insulto a la inteligencia de los ciudadanos.

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Ni duda queda de que el acto de gobernadoras de Morena realizado ayer en la Plaza de la República y convocado por la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, se pasó la legislación electoral por el arco del Monumento a la Revolución.

Lo único que puede resultar complicado para el INE es determinar si se configuran delitos electorales por ignorar la veda con motivo de la consulta de revocación de mandato, por actos anticipados de campaña para la elección presidencial de 2024, o por ambas.

Desde el apoyo explícito a la gestión de Andrés Manuel López Obrador hasta los gritos de “¡presidenta, presidenta!” dedicados a Sheinbaum, la concentración que supuestamente sería un acto feminista se convirtió en un mitin político y electoral hecho y derecho.

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