La disminución
Es un hecho que las muertes violentas en Guanajuato han disminuido este año, lo cual a todos nos llena de esperanza, pese a que los conteos que realizan las autoridades comienzan a registrar discrepancias cada vez mayores con los hechos de los que todos los días informan los medios.
Sin embargo, repetir una y otra vez el argumento de la disminución cuando se trata el tema, hace parecer de pronto que hay poca empatía de las autoridades de Guanajuato con las víctimas. Así ocurrió el martes 8, cuando el gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo insistió en destacar la baja de los homicidios al día siguiente de que el estado sufriera una jornada en la que hubo 23 asesinatos.
Por otra parte, también hay que decirlo, pocas veces ha sido tan sincero Diego Sinhue al hablar de las complicaciones de frenar esta guerra sin piedad: “cada vez que nosotros agarramos (sic) un grupo criminal& quitas un grupo criminal y lamentablemente llega otro grupo a querer tomar esa plaza y lo hacen de manera violenta& y bueno, eso va a llevar tiempo”, dijo en Irapuato.
Planteó como respuesta luchar contra las adicciones, mediante la estrategia de Planet Youth, una respuesta que parece correcta, pero que en efecto llevará mucho tiempo y requiere de un respaldo que, hasta el momento, ni las autoridades ni la sociedad no parecen dispuestas a brindarle.
Sin embargo, conviene destacar los avances. En la nota principal de su edición dominical, que reproduce AM, Reforma resalta que en México matan un policía al día y que desde 2019, Guanajuato encabeza la estadística de los agentes asesinados, de acuerdo con el registro de la organización Causa en Común.
Pues ya no, al menos en lo que va de 2022, cuando han sido asesinados 77 policías y Zacatecas, con 15 casos, duplica la cifra registrada en Guanajuato y Veracruz, 8 en cada uno.
El año pasado, el 13 de marzo Guanajuato registraba también 8 agentes asesinados; en 2020, que fue el infierno, iban 16 y en 2019, 8 también. Así que parte de la diferencia es que la violencia ha crecido en otras plazas.
Diputados afro guanajuatenses
La decisión de hacer obligatoria la postulación de candidatos afromexicanos en Guanajuato tomó de sorpresa incluso a algunos de los integrantes del Instituto Estatal Electoral, de acuerdo con los detalles que publica este domingo La Olla de AM. Y es que no se necesita ser un sabio para deducir que la presencia de esta comunidad es marginal en Guanajuato.
De acuerdo con las cifras señaladas por la presidenta del instituto, Brenda Canchola, en su defensa de la decisión, el INEGI considera que en Guanajuato viven 108 mil afrodescendientes, cifra que merece un comentario.
Un análisis realizado por La Silla Rota Guanajuato hace dos años, tras conocerse los resultados del Censo de Población y Vivienda del INEGI, informaba que a la pregunta: Por sus costumbres y tradiciones, ¿se considera usted afromexicano, negro o afrodescendiente?, habían respondido que sí unos 102 mil guanajuatenses, 1.7% de la población. En cambio, en su conteo de 2015, el mismo Inegi señaló que apenas unas dos mil personas se reconocían como “afro guanajuatenses”.
¿Cómo es posible que apenas 7 años después de aquel resultado, el instituto electoral nos hable de que ya hay 180 mil representantes de esta comunidad en el estado? Seguramente lo sabremos pronto, pues es de esos temas que levantan polémica.
Y ya puestos en ese carril, recuerdo que mi padre, un refugiado político que vivió en México 70 años, luego de haber salido a los 23 de su natal España, decía que los migrantes “votan con los pies”: es decir, su decisión de dejar su País es una muestra inequívoca de su postura política, independientemente de las causas que la provoquen.
En ese sentido, no creo que vaya a ser muy útil tampoco la incorporación de diputados migrantes, otra decisión de las autoridades electorales. Entre los argumentos que veo que se manejaron a la hora de proponer la figura, aparecen sin falta sus derechos (de los cuales ellos mismos decidieron poner distancia) y el envío de remesas al estado, lo cual hace pensar si no sería mejor incorporarlos a la Secretaría de Economía.
Pienso que la selección de estos legisladores se va a prestar al juego de grupos de migrantes organizados no para mejorar la situación de la comunidad, sino su peso en la grilla. El tiempo nos dirá si fue una buena decisión.
Coberturas
No tiene sentido a estas alturas, cuando ya se han comentado tanto, abordar las polémicas que la Presidencia de México enfrentó durante la semana. El jueves, en que contra lo usual me tocó asueto, supe de manera casi inmediata de la publicación de la insólita respuesta al Parlamento Europeo por la condena a la situación de la libertad de expresión en México.
El proceso fue curioso: vinieron primero las dudas sobre la veracidad del documento, que nadie expresó mejor que la diputada Patricia Armendáriz, quien calificó de “burdo documento” el escrito que horas después elogió en una maniobra espectacular.
Vinieron luego, al confirmarse su veracidad, las condenas de los críticos pero también una ráfaga de apoyo entre los comunicadores identificados con el gobierno federal, que se convirtió pronto en un torneo por ver quién aplicaba el elogio más encendido al texto y el calificativo más grueso a los “borregos” que lo habían provocado. Fue curioso ver el proceso, que se produjo a partir de la medianoche.
Pero a lo que me quería referir es a que el martes, durante su conferencia matutina, el Presidente arremetió de nuevo contra los medios de comunicación, entre ellos AM, lo cual en último caso es todo su derecho. Pero a la hora de los detalles, dijo que cuando andaba de gira, para varios periódicos, entre ellos el nuestro, “no existía y si acaso iban (a cubrir sus actos) era a sacar algo en contra para publicarlo”.
Eso es inexacto. A lo largo de varias décadas en nuestro diario, me tocó en muchas ocasiones asignar los temas de sus giras o editarlos yo mismo. Los ejemplos sobran.
¿Qué ver, qué leer?
Con el sabroso título de La historia del océano contada por una gota de agua, el suplemento cultural de El País ofrece esta semana un vistazo a una tendencia a registrar la historia que va siendo cada vez más común: la de autores que recogen los detalles de la vida cotidiana.
Más que un interesante ensayo (que lo es), el texto es una espléndida guía para toparse con textos que nos cuentan la historia del chocolate (El sabor del chocolate. Lujo, moda y buen gusto en el siglo XVIII. Piero Camporesi), el columpio (Historia del columpio. Javier Moscoso) o la relación del agua con los seres humanos (Agua. Una biografía. Giulio Boccaletti), por citar tres de ellos.
Una rápida búsqueda en la estantería digital de Amazon me permitió anoche toparme con todos los títulos citados en el artículo y ¡lo mejor!, adquirir dos de ellos, el del chocolate y el del columpio, por 320 pesos.
Vaya pues una invitación a sumergirse en estas historias, que no por parecer pequeñas son menos grandes.
MCMH