En mi caminar por décadas en procesos con jóvenes, podría resumir, queridas víctimas de esta columna, que de pronto pareciera que algunos me vieron como “agencia de colocaciones”, otros como “cajero automático”, otros simplemente como amigo y “palanca” para sus proyectos. La realidad, y lo fui comprendiendo con el paso de los años, es que los jóvenes en condiciones de vulnerabilidad tienen cantidad de faltantes en esa ruta que trazan hacia un mejor futuro. Me refiero a quienes en realidad han tenido carencias ya para terminar la secundaria, el bachillerato y transitar hacia la vida universitaria o simplemente, para encontrar sentido a la vida.

Ya en Las Joyas aquí en León, o en el Cerro del Cuatro allá en Guadalajara o en Colombres en Puebla, pero en esos rumbos de las carencias del pueblo, es donde se construyen historias de vida que tienen como común denominador, el ansia por tener un futuro. Por eso, me atrevo a afirmar que los jóvenes aun teniendo la enorme oportunidad de tener un oficio o una carrera técnica, ésta no es suficiente cuando se carece de redes, de entornos, que les ayuden a encontrar un trabajo digno. La construcción del proyecto de vida, pasa por haber encontrado ese ecosistema donde una figura sea clave para el rescate, para el ánimo, que ayude a sacar al joven de las trampas de lo fácil e ilegal.

Leyendo la vida de San Juan Bosco, hace 40 años, me enfrenté al reto de conducir una enorme preparatoria salesiana con juveniles espíritus de casi mi misma edad y encontré que el esquema para “domar fieras” del santo italiano, se titulaba “sistema preventivo”. La cuestión, es que, al combinar el estudio, los oficios, la música, el deporte y la oración, se creaba un ambiente que él llamaba “patio”, el “oratorio festivo”, pero que, en realidad, es el ecosistema que salva al joven de la pérdida de la brújula existencial.

Ahora, queridos lectores, metido en Ciudad del Niño Don Bosco, obra a la que me ligo hace 18 años, es que estoy en el reto de poner lo poco o mucho que haya podido asimilar como educador, para lograr la reinserción de jóvenes provenientes de los ambientes de la muerte y que regresen a la vida con un sentido pleno de todo lo que nos hace ser felices. Aquí en León, donde tenemos el reto un equipo de educadores para lograr el imposible de reinsertar a quienes desean escapar del cártel, de la droga o del reclusorio, en esas nuevas oportunidades que todos tenemos. Desde los más pequeños que en la orfandad carecen de esas redes, hasta quienes ya en la vida independiente a los 18 años, no tienen quien les tienda una mano.

La raíz de la inseguridad y sus miles de muertos, está en la enorme desigualdad de oportunidades que tenemos en México. Mientras eso no se resuelva, seguiremos discutiendo en mesas de seguridad y fuerza pública, cuando en el origen, está la destrucción del tejido social que acaba con los sueños de los jóvenes desde la edad temprana. Por eso, el proceso que los salesianos, -los expertos por siglos en el rescate de jóvenes vulnerables-, conceptualizaron como una metodología efectiva para la reinserción social tiene resultados. Esto no es marketing, ni charlas motivacionales, sino un método que inicia por el acogimiento en un ambiente sano, en una comunidad que les invite en tres momentos a regresar a la vida.

El primero, que es la confianza en regresar a la casa, a las residencias construidas hace décadas aquí en Ciudad del Niño en el seno de una familia; la segunda, que construye esperanza en un proyecto de vida que lo aferra al futuro y la tercera y más complicada, es el paso, el tránsito, hacia la vida independiente, con trabajo y estudios. Tenemos en Guanajuato a alrededor de 250,000 jóvenes en vulnerabilidad que no deben regresar al horror; a 800 pequeños que esperan en orfanatos a ser adoptados y lo peor, al 25% de la población joven que es pobre y que no tiene las oportunidades que tuvimos pocos. Y aquí es donde he recurrido por décadas a ustedes: al colega educador que orienta en la vocación, al padrino empresario que ayuda al ingreso al mundo laboral y al “mecenas” financiero que presta y dan soporte al arranque. Por eso, sigo agradeciendo a quienes se suman a estas ideas y como hoy lo solicito, les ofrezcan sin miedo, trabajo a mis jóvenes, para reinsertarlos a lo bueno.

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