Hay palabras que suenan difíciles, se atoran en la garganta y no hay manera de que se deslicen. Esas palabras, me presentan la gran oportunidad de repetirlas y tocar cada una de sus consonantes, masticando las vocales, hasta que en mi alma comulgan, el significado y el significante, transformándose en uno.

Hoy amable lector, con usted quiero aprender, una que describe un trastorno de la voluntad, que se refleja en el comportamiento, es una palabra que nos habla de un montón de emociones atoradas, que producen dolor, se adhieren al estómago y hunden al ser con una pesada piedra, en el corazón.

Los sujetos, que viven sin pronunciar su palabra, son calificados con otras durezas, que nada tiene que ver con ese síndrome, ese veneno que corroe todos los días, a esas personas que un día fueron invitadas, por simpáticas y alegres pues con su estilo hacían festivo, el día más gris y, hoy en un rincón por apáticos, abandonamos.

Sé que algunos pensarán: los psicólogos con tal de mantener la consulta, inventan adicciones, tratamientos y obsesiones y, quizá tengan razón, más lea usted, esta palabra, que aún no escribo, define, a quien evade responsabilizarse y pospone tareas, refugiándose en actividades ajenas a su cometido o simplemente, deja que su tiempo transcurra, en un sinfín de pequeñas acciones que no conducen a la conclusión de ninguna.

Dicen que se alimenta de una pobre autoimagen y un peor auto concepto; qué tal es su miedo al fracaso y reconociéndose perdedor, abusados en los intentos, se hunde en los infiernos de la postergación. También leí, que esta difícil palabra, la pusieron de moda, irredentos, llamados por algunos, a los pretenciosos habitantes del mar de la plata.

Procrastinar, es la palabra que define la acción de perder el tiempo conscientemente, es la vagancia malentendida, es el aplazamiento de la tarea que nos confronta y de antemano, sabemos nos muerde el alma. Es también procrastinar, el abandono de un gobierno ante las necesidades imperiosas de su ciudadanía, como es la salud, la urgente necesidad de vivir en paz, sin tener que escuchar todos los días, la dosis de veneno letal, absurda pérdida de tiempo, que solo anuncia separación y desunión. Procrastina aquel quien, sabiendo, debe cuidar de sus hijos, mira hacia otro lado, abandonándolos e ignorando dónde están, o si a la escuela asisten. Procrastina, quien renuncia a realizar esa odiosa actividad, de barrer la calle y en disimulo deja caer el papel o con el pie avienta la basura, tira desde la ventanilla del coche la cascara con #caradewhats lejos de su vista. Procrastina quien dice, que necesita la presión del último minuto para actuar, esperando #noséqué señal divina o resolución mágica, como puede ser, decidirnos a comportarnos como ciudadanos responsables, reconociendo con autenticidad la validez o no de un gobierno, alejándonos de votaciones inútiles, ociosas y falsas. Procrastina, quien, sin razón, pospone ese abrazo, el bien ganado te quiero a los de casa, al amigo, al imprudente anciano.

Dicen los que saben, que hay excelentes razones para no procrastinar, y la primera es que nada es para luego, esta vida es una paleta de hielo e igual se acabará te la comas o no, por eso prefiero succionar con fuerza, todo el delicioso jugo que me ofrece, pues bien sé, que mañana puedo no existir o simplemente la oportunidad habrá pasado y la necesidad quizá sea otra.

Así que amable lector, cuando me encuentre usted, por casualidad procrastinando, le pido me recuerde, que no puedo dejar para mañana, lo que debe de ser hoy.

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