El abogado que llevó su caso durante seis años renunció de pronto, después de ser amenazado:
“Ya no puedo. Luché hasta el cansancio. Pero ahora mi familia está de por medio”, le dijo.
El viernes 16 de octubre de 2021, a dos cuadras de su casa, un auto particular se le cerró. Alejandra Cuevas Morán pensó que se trataba de un secuestro. Pero en realidad era una aprehensión.
Su hijo Gonzalo vio que entre los papeles que el hombre llevaba había una fotografía de Alejandra. Ella entendió lo que estaba ocurriendo. Se le venían encima más de 528 días de horror.
Ese día ingresó al penal de Santa Martha Acatitla. La metieron a una celda en la que había dos camas. Solo había una joven recluida. En el transcurso de la noche, sin embargo, se apiñaron en aquel lugar 18 personas más.
El lunes siguiente le dictaron auto de formal prisión. Ella pasó cinco días en aquella celda. La llevaron después al edificio “C”, a una celda en la que había ocho personas. Solo cinco alcanzaban cama.
El ambiente era depresivo. Las internas lloraban, comían galletas, dormían, se deprimían, algunas veces se peleaban a golpes con una saña y una furia que Alejandra no había conocido jamás.
Años atrás, el hoy fiscal general de la república, Alejandro Gertz Manero, había acusado a la madre de Alejandra, la señora Laura Morán Servín, de homicidio doloso de concubino.
En 2015, la salud de Federico Gertz, el hermano del fiscal, se había deteriorado de manera incontenible. La señora Alejandra demostró más tarde que el enfermo había sido atendido por tres médicos, que había contado con un servicio de cuidadores, y que se le habían realizado todos los exámenes que se le habían prescrito.
Una tarde, sin embargo, Gertz y su abogado de confianza, el hoy subprocurador de la FGR, Juan Ramos, se presentaron en la casa sin orden judicial, exigieron las recetas, los estudios, se llevaron al enfermo en contra de su voluntad (salió de su casa llamando a gritos a la señora Laura) al hospital ABC, en donde murió un mes más tarde.
Antes de salir de la casa, Gertz soltó la amenaza de que la señora Laura sería acusada de intento de homicidio. Al cabo, el fiscal denunció también a las dos hijas de Cuevas: Laura y Alejandra, quienes no vivían con la pareja. Laura, emparentada con el gobernador del estado de México, Alfredo del Mazo, fue sacada del expediente. Pero Alejandra no.
La denuncia no procedió en dos ocasiones y un magistrado señaló que Laura Morán había hecho todo lo que se lo podría exigir.
Como se sabe, la denuncia se reactivó con la llegada de Gertz al poder. La fiscalía de Ernestina Godoy se prestó a detener a Alejandra a partir de un delito inventado. La jueza Marcela Ángeles Arrieta y el magistrado Octavio Ceballos no tuvieron empacho en avalar esa aberración: fueron cómplices de Gertz.
La Suprema Corte desnudó a Alejandro Gertz. Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum han preferido cerrar los ojos.
Gertz fue grabado armando una estrategia ilegal para aplastar a Alejandra Cuevas: todo México escuchó ese audio. El exconsejero jurídico Julio Scherer denunció que el fiscal le había pedido ayuda para terminar de hundir a la familia de su hermano.
La familia dio una batalla contra todo, contra el poder del siniestro personaje en cuyas manos descansa en México la justicia.
Alejandra obtuvo su libertad hace tres días. Aunque se han probado los delitos que cometió, Gertz Manero sigue y probablemente seguirá impune.
La 4T va.