“Así me volví más rebelde, más guerrera”. 

Eufrosina Cruz

 

Fue rebelde desde el primer momento. “Yo no me voy a casar, porque no me voy a casar. Me quiero ir”. Se enfrentó así a su padre, Domingo, a los 12 años. “Dejé de comer para defender mi posición y finalmente mi papá cedió, aunque me advirtió: ‘Pero te olvidas de nosotros. Tú sabrás si comes o no comes'”. 

Eufrosina Cruz, la niña de la montaña oaxaqueña, cargó sus “mejores vestiditos” y todos sus sueños en una cajita y una red, porque no tenía mochila. Caminó con sus padres 12 horas hasta Santa María Ecatepec para tomar un autobús a Salina Cruz. No solo no se quería casar a los 12, como ordenaban los usos y costumbres, sino que era aspiracional: tenía sueños de construirse un mejor futuro. 

Atrás, en Santa María Quiegolani, dejaba su corta, dramática historia, incluido el recuerdo de su hermano Lencho, quien siempre la llevaba a sus paseos. “Él me ayudó a ser rebelde desde niña”, rememora en el libro Los sueños de la niña de la montaña. Lencho murió de “pobreza y marginación. Era tanto mi dolor que yo iba al panteón y con mis manitas escarbaba, que yo decía que ahí estaba mi hermanito y que yo lo quería de regreso”. Eufrosina tuvo un mentor: “Mi maestro Joaquín me regaló mi primer librito”. Era un hombre diferente a los demás, alegre, cariñoso. Su mundo “olía bonito. Ya con el tiempo entendí que él era gay y por eso defendía la libertad”. 

En Salina Cruz trabajó sin descanso, casi sin comer. Estuvo a punto de rendirse, pero terminó la secundaria y entró al bachillerato tecnológico. Consiguió una beca del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) y se convirtió, a los 16, en maestra como Joaquín. En la universidad, “gané conciencia de lo que significa ser rebelde” y se graduó como contadora. A los 27, en 2007, se presentó como candidata para presidenta municipal de Quiegolani. Si bien los usos y costumbres solo permitían el voto a los hombres, ganó la elección, pero sus boletas fueron anuladas porque era mujer y profesionista. 

Yo me enteré por un artículo en Reforma y la invité a una entrevista de televisión. Como no tenía dinero para el pasaje, le mandé los boletos. “Yo no sabía como subirme a un avión”, escribe. “Pero llegué e incluso me pagaron el hotel”. Eufrosina se presentó en el estudio con unos alcatraces, que llamaba “truenos”, y me dijo que eran como las mujeres de su montaña, que se doblaban, quizá, pero nunca se quebraban. “Esos alcatraces que les regalé. representaban la libertad compartida y construida para todas las mujeres”. 

Las autoridades electorales le negaron justicia bajo el pretexto de lo que ella llamaba los “abusos y costumbres”, pero la niña de la montaña no se rindió. Fue electa diputada estatal y cambió la constitución oaxaqueña para impedir que se violaran los derechos de las indígenas por los usos y costumbres. Más tarde, como diputada federal, logró esa misma enmienda en la constitución nacional. 

Eufrosina es una verdadera liberal. Rechaza el asistencialismo como solución a la pobreza; prefiere la educación y el trabajo: “No somos víctimas, somos posibilidad”. Pese a que nació y creció en la pobreza absoluta, o quizá por eso, defiende las aspiraciones de quienes quieren progresar. “No puedes castigar a la clase media. Y por la clase media me refiero a los talleres mecánicos, changarros, fondas y tienditas”. 

La niña de la montaña, convertida hoy en mujer, defiende la libertad por convicción. Nos recuerda que su historia es la que “padecen miles de indígenas en mi tierra y en México”. Quiere que su libro dé “alas para volar”, pero también que “sea un grito de atención y esperanza para quienes tenemos el derecho de ser escuchados”. 

Pluris

Los legisladores plurinominales representan a las minorías. Por eso la oposición exigió los plurinominales en los tiempos del PRI hegemónico. Por eso hoy AMLO quiere reducirlos o eliminarlos. 

Twitter: @SergioSarmiento

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