La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, la Federación Europea de Dolor y la Organización Mundial de la Salud establecieron el 17 de octubre del año 2004 como el Día Mundial contra el Dolor.
El objetivo es hacer un llamamiento sobre la necesidad de encontrar con urgencia alivio al sufrimiento que padecen las personas con enfermedades que son causantes de dolor. En México el dolor crónico afecta a alrededor de 30 millones de personas.
El alivio del dolor es un derecho universal de los seres humanos, estipulado en la carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas desde el año 2000. Se define el dolor como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño del tejido real o potencial; respecto al dolor en niños, explica que la incapacidad de comunicarse verbalmente no niega la posibilidad de que alguien esté sufriendo dolor y necesite un tratamiento farmacológico adecuado.
La mayoría de las personas alguna vez han sentido en su vida dolor, ya sea por una caída, por una cirugía o por alguna enfermedad. Se ha observado que algunas enfermedades están más relacionadas con la presencia de dolor como la artritis, el dolor lumbar, la fibromialgia, el cáncer, las neuropatías (por diabetes por ejemplo) y fracturas. La tolerancia al dolor es muy variable, algunas personas toleran dolor moderado o severo sin requerir el uso de medicamentos. El dolor a su vez puede clasificarse en agudo y crónico. El dolor agudo aparece de repente y no dura mucho, mientras que el dolor crónico es duradero y persiste más de 3 meses.
En México, el estudio nacional sobre salud y envejecimiento señala que más del 40% de los adultos de 50 años y más reportó sufrir de dolor, siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres (48% versus 34%) y que el porcentaje de dolor aumenta en los adultos de mayor edad. El dolor crónico tiene serias consecuencias en las personas que lo padecen: una de cada 3 personas que tienen dolencias graves no pueden tener una vida normal, no pueden hacer ejercicio ni dormir normalmente, mucho menos participar en actividades sociales. Además, el dolor crónico es la principal causa de ausentismo laboral y discapacidad, lo que genera altos costos para el sector salud. Su manejo inadecuado tiene severas repercusiones físicas, afectivas y socioeconómicas para la persona, la familia y el sistema público de salud.
El tratamiento debe llevarse a cabo de manera individual. Muchos médicos basan su decisión principalmente en la intensidad y características del dolor, así como en el momento en que se encuentra la enfermedad. En muchos casos el dolor crónico mejora con los cuidados paliativos. El dolor crónico no se puede prevenir, sin embargo, mantener un peso ideal, adoptar una alimentación saludable, en medida de lo posible hacer ejercicio, controlar la ansiedad y dormir bien, son algunas medidas que pueden ayudar a disminuir o controlar el dolor. El apoyo familiar constituye la primera ayuda de las personas con dolor crónico. Ofrecerles información, recursos, apoyo emocional y social se ha revelado como un elemento que ayuda en el tratamiento de la situación del dolor en conjunto.
Les comparto la experiencia de la doctora Rocío Torres, quien dijo que al llegar al hospital vio a un joven pálido, flaco y con la cabeza muy agachada. Su cuerpo estaba flexionado y sus manos presionaban su muslo derecho. No hablaba y se veía devastado.
El adolescente estaba en una silla de ruedas, llevada por su padre, quien mostraba en su rostro desgaste y desesperación extrema. La madre, impaciente por recibir ayuda para su hijo, contestaba cada una de las muchas preguntas que le hacía el médico. Eran necesarias para realizar un plan meticuloso que permitiera controlar el dolor tan intenso que ya tenía más de 3 meses de evolución.
Le informaron que inicialmente el paciente lloraba desesperado del dolor, pero ahora, consumido por esa sensación, solo soltaba algunos quejidos de lamento que lo atormentaban día y noche, sin dejarlo dormir ni descansar. El devastador dolor de las piernas no se lograba controlar con los analgésicos convencionales, y esto generaba ideas contradictorias en el paciente y en sus padres. Al final de un interrogatorio de 10 minutos, se resolvió aplicar morfina por vía subcutánea; el dolor cedió de inmediato y el padre preguntó ¿por qué no le habían dado morfina antes?
Este relato es una realidad en México y en otros países. Cada año, millones de pacientes con cáncer, diabetes, VIH/SIDA en etapa terminal sufren innecesariamente de dolor severo porque los medicamentos para mitigarlo están fuera de su alcance. El jueves pasado presentamos una iniciativa de ley para que el Estado mexicano otorgue el alivio del dolor, estupefacientes incluidos y, brindar sin restricción temporal los cuidados paliativos que brinden la mejor calidad de vida de las personas. Les mantendré informados.