Una ola, gigante, está por llegar a la frontera entre México y Estados Unidos. El próximo 23 de mayo Estados Unidos va a levantar el llamado Título 42 que permitía deportar en solo minutos a inmigrantes que entraban ilegalmente al país y que buscaban refugio o asilo político. La pandemia ya no podrá ser una excusa para estas deportaciones exprés. Y nadie parece estar lo suficientemente preparado para lo que se viene.
¿Qué tan grande sería la nueva ola migratoria? Imposible de saber. Pero el Departamento de Seguridad Interna calcula que podría enfrentar a hasta 18 mil personas por día (o 540 mil indocumentados al mes), según reporta The New York Times. Esta nueva ola migratoria se sumaría a los 1.7 millones que entraron en el año fiscal 2021.
Tras la pandemia, las economías centroamericanas han sido fuertemente afectadas. Su recuperación tomará mucho tiempo. Y hay familias enteras que han tomado la decisión de no esperar más.
Al mismo tiempo estos inmigrantes potenciales ven a través del internet y de las redes sociales que Estados Unidos se está recuperando rápidamente -el desempleo bajó a 3.6 por ciento en marzo- y que hay muchas oportunidades de trabajo. Además, con 60 millones de latinos, muchos de ellos ya tienen a familiares, amigos o conocidos ahí.
Los primeros inmigrantes que tratarán de entrar a Estados Unidos en mayo -tan pronto se anule el Título 42- están a solo unos pasos de la frontera. Fueron deportados durante la pandemia y esperan en campamentos en el país vecino debido al programa Quédate en México. Entre ellos hay muchos venezolanos, cubanos y nicaragüenses que, debido a la ausencia de relaciones diplomáticas con esas dictaduras, no pueden ser deportados directamente desde Estados Unidos.
Entiendo que este no es un problema sencillo y, seguramente, creará una nueva crisis en la frontera. Pero no hay ningún sistema migratorio o cuerpo policiaco que pueda detener a miles de inmigrantes que están huyendo de la violencia, el hambre, la corrupción y las terribles consecuencias económicas de la pandemia.
Las críticas abundarán al presidente Biden. Aunque este fenómeno sobrepasa a cualquier gobierno. Es absurdo pensar, como sugieren muchos republicanos, que es posible tener una frontera sellada y segura. No se puede. Nunca lo ha sido y nunca lo será. Solo podemos aspirar a regular, con cierta eficiencia, la entrada de inmigrantes. Pero es una ilusión política el tener un país tan rico junto a uno en desarrollo y que su frontera sea inviolable. Eso es prácticamente imposible.
El fallecido escritor Carlos Fuentes todavía nos ayuda a entender lo que pasa en esa línea que divide a México de Estados Unidos. La llamaba “la frontera herida”. De hecho, para Fuentes, no se trataba de una frontera sino de “una cicatriz”. Y para repetir las mismas palabras que el escritor utilizó en 1994: “La herida se está abriendo de nuevo”.
Veintiocho años después, la herida sigue abierta y sangrando.
La ola que viene puede ser indeseable para el gobierno de Estados Unidos. Pero es lógica y sigue todas las tendencias históricas de otras olas migratorias. Es normal que los migrantes vayan de países pobres y violentos a otros que no lo son tanto. Es razonable que alguien que no tiene trabajo y que quiere darles una mejor educación a sus hijos o que tiene a un familiar enfermo se vaya con todos al norte. Es de esperarse que millones busquen una vida mejor en el único lugar rico del continente al que pueden llegar caminando y cruzando un río.
A pesar de las presiones diplomáticas que recibirá, México no debe obstaculizar el paso de los inmigrantes que quieren llegar a Estados Unidos. Ese no es su papel. Qué ironía que un país que ha enviado tantos millones de mexicanos al norte ahora impida el paso a otros.
Esta enorme ola migratoria va a crear fuertes tensiones. Ya estamos advertidos. Yo solo espero que estemos a la altura de las circunstancias y que tratemos a estos recién llegados con paciencia, generosidad y solidaridad. Que se note que Estados Unidos es un país de inmigrantes. Hay que tratarlos como quisiéramos que nos trataran a nosotros. Ellos son muy vulnerables y, aun así, serán parte de nuestro futuro.
Vienen huyendo de lo peor. Lo menos que podemos hacer es darles la mano.
@jorgeramosnews