Fui al Centro de nuestra ciudad de León este miércoles próximo pasado; después de estacionar mi vehículo en el subterráneo, caminé hacia la Plaza Principal y por el quiosco central hacia la esquina nororiente, con el tercer lustrador de calzado, abajo de un árbol ficus con su sombra me senté en su nuevo banco de metal con cojines y me boleó mis zapatos de tal forma, tan esmerada, que los dejó relucientes, como espejos brillosos. Creo que se llama Rosalío. Se lo recomiendo amable lector, pero seguramente los demás boleros también son buenos.
De allí me dirigí hacia los portales, abajo de lo que es el edificio que conocimos muchos años como Las Fábricas de Francia, y decidí sentarme en una mesita del café Italian, pero pude ver al lado las mesas exteriores del restaurante del famoso hotel Condesa, como aún lo seguimos llamando pese a que ha cambiado de nombre como cinco veces. Acostumbro ir mínimo una vez a la semana a esa zona y la disfruto, pues “hay mucho que ver”, como diríamos antes.
Los amables lectores se preguntarán cuánto hace que no van a la Zona Centro. Hace algunos años hubo cierta información y el tabú de que ya esa demarcación estaba sola, en decadencia y que, según “estudios sociales”, con la apertura de muchas plazas comerciales modernas por todos los rumbos de la ciudad, ya las personas iban a esos polos y dejaron de ir al Centro, a la Plaza Principal; le tengo otros datos y noticias: eso es inexacto; el Centro bulle y rebulle de personas de todas las edades, no tiene nada de decadente ni de abandono.
Mire amable lector, para empezar, ya hay estacionamientos por doquier, dependiendo a qué lugar pretenda acudir; los hay por el bulevar López Mateos, por las calles 20 de Enero, 5 de Mayo, Hermanos Aldama, Belisario Domínguez, Álvaro Obregón y Madero.
Hay muchos pasajes que se han multiplicado por todo el polígono; están los tradicionales Pasaje Catedral, con sus clásicos lugares de alimentos, los tacos de guisados, las manitas de puerco en vinagre, el podólogo de tantos años, y más negocios, con sus otros dos pasajes transversales, el que va para la calle Hidalgo y el que va para la calle 5 de Mayo (donde estaba el cine Vera), y abrieron uno nuevo denominado “Pasaje Joyero”.
Está el de la Callejuela Padilla, donde se conserva el café Moka, donde iban los AA, que sale de la Plaza hacia la 20 de Enero. Luego el Pasaje de la Plaza de los Leones (Jardín de la Industria) hacia la Álvaro Obregón, con sus tiendas de ropa para novias, primeras comuniones y eventos sociales. El pasaje de la Plaza hacia la 20 de Enero dónde está la tienda Coppel (antes Woolworth), donde hay mucha ropa y bisutería. Y qué decir por la calle 5 de Mayo las plazas o pasajes que iniciaron como una “de la Tecnología”, pero que son ya como tres, e inclusive una cruza hasta la calle Hermanos Aldama, donde al final se convierte en una área de actividades para la belleza de las damas, con peinadoras, maquillaje, pedicure, uñas, etcétera; así como todos los suministros para ese quehacer; esta zona en viernes y sábados por la tarde está muy concurrida.
Alrededor de la Plaza, bajo los portales se ubican los puestos de venta de billetes de la tradicional Lotería Nacional, son como seis lugares y contando el que se ubica a un costado de la Catedral Basílica.
Aún se conservan lugares típicos muy concurridos como las sabrosas y refrescantes “cebadinas”, invento transecular del Sr. Carpio que continúan sus descendientes, y por esa misma acera la dulcería Olimpia, un lugar clásico.
Nos falta describir los restaurantes, hoteles, alimentos típicos; áreas de cultura y entretenimiento y mucho más. (Continuará).