El juego electoral que AMLO puso en ejercicio, desde la cumbre de uno de los poderes nacionales, no tiene antecedentes, antes, muy al contrario, muestra no solamente un nuevo estilo personal de gobernar sino el afán de continuidad. Una sobrada influencia más allá del sexenio.
Sabe que la 4T, en la que ha puesto todo su empeño, no puede ser proyecto que se cumpla en un periodo de gobierno, menos cuando no hay claridad ideológica ni estructural en el plan.
Porque el ahora inquilino de palacio sabe que en política lo que no se cimenta con profundidad y firmeza resultará efímero, ha decidido heredar ideología, no muy clara por cierto y plan ejecutor.
Uno de los pasos que, se supone, le aconsejó su talante fue: destapar sus fichas para que fueran vistas, analizadas, confrontadas y hasta, si se quiere, sancionadas; nada oculto
Hablemos claro: se trata de adelantar la idea de un maximato que cualquier analista, con dos dedos de frente, advierte.
Los mencionad@s a sucederle en Palacio Nacional, desde su “destape”, es evidente, tienen que mostrarle no únicamente afinidad, también absoluta obediencia; claro, si quieren lograr la óptima calificación. Al respecto se podrá sostener que una colaboradora o colaborador de ese nivel, no tiene más camino que la obediencia, ortodoxia, tornarse ejecutor. Sí, es verdad; empero también en ese rango se impone ejercer la función de consejer@, que opina respecto a los actos de gobierno. Si esa realidad se cierra, comienza el totalitarismo que se incuba cuando, desde la cúspide del mando, hay una sola visión.
El “destape” de López Obrador, tan anticipado de sus “fichas”, fue para probarlas. Una fidelidad absoluta. No las mostró para que Morena, su partido y menos el pueblo en general las evaluara desde ya a efecto de advertir y mostrar estilos y criterios de unos a otros.
En la primera mención no tomó turno su paisano Adán Augusto, quien llegó de emergente a Gobernación, por carecer de oficio doña Olga. El nuevo titular avanzó, inclusive con la opinión de varios gobernadores de otros partidos, diferentes al oficial, quienes le dieron un empujoncito en el sentido de que, este tabasqueño, al menos los escuchaba.
Al poco andar AMLO lo bajó y luego, en una reunión con diputados de Morena, lo volvió a posicionar diciendo que tenía un titular en Gobernación, de primera. El grito de ¡Presidente, presidente!, sonó fuerte.
A estas alturas del proceso acelerado, ¿qué ha ocurrido con las fichas que juega el Presidente?.
Claudia se ha debilitado igual que Marcelo, por la caída de la Línea 12 del Metro, con las graves consecuencias primero de los muertos y heridos, por quienes los deudos y familiares todavía realizan trámites y alegatos jurídicos para que se les indemnice por completo. Esto es totalmente absurdo, ocurre no solo en el Gobierno de la Ciudad de México, sino, por desgracia, se lleva a cabo en muchos casos que los regímenes municipales o las descentralizadas tienen la obligación legal de cubrir, al momento de una tragedia, lo que la ley manda.
Si el dinero es del pueblo, pues a ese pueblo dañado, afectado se le ha de proteger, mínimamente con la reparación del daño; pero quienes manejan dineros oficiales creen que es suyo y lo escamotean como ocurrió en León con SAPAL.Para luego de litigios ceder y tremolar absurdamente la bandera de vencedores.
Sobre la tragedia el agravio. A la Gobernadora de la Ciudad de México, a un año de distancia, todavía le reclaman.
Con lo del Metro trágico, amén de otros desatinos, Claudia ha sufrido un quebranto en su personalidad política. Todavía en algunas reuniones populares le gritan la promoción presidencial, pero su enjundia ha bajado porque los dictámenes de la tragedia le pueden o mejor dicho le están poniendo grandes peñascos en el camino a Palacio Nacional.
Marcelo Ebrard, Canciller, también ha sido raspado políticamente por la tragedia del Metro, sin embargo la va librando aunque su nivel político no crece popularmente. Fue designado en lugar, al inicio de este gobierno, de Héctor Vasconcelos, quien carecía de oficio; pero Marcelo, ante la opinión pública se advierte gente útil, ejecutor muy cumplido a izquierda y derecha; pero sin propia personalidad ante la ideología que Morena acaricia.
Ricardo Monreal, sin ser mencionado por el Presidente, sigue por la libre y dice que estará en la lista, por propia voluntad, cuando Morena realice la encuesta para elegir aspirante. Desde ya se advierte que el zacatecano podría inscribirse, pero un “esquinazo” lo dejará fuera. El juega no a ser emergente y sí a lograr un premio de consolación. No es un político ingenuo. Tampoco lo era Porfiro Muñoz Ledo y el ostracismo fue lo que alcanzó.
La realidad que salta a la vista en este proceso adelantado al que AMLO le apostó, es que sus fichas se están desgastando, por una u otra razón, de donde al momento de elegir, tendrá que sacar otra carta que no ha mostrado.
Su procedimiento o experimento, por lo que se puede observar, no le está resultando ni claro y menos seguro.
Ya lo vemos.
MTOP