La tarde del 3 de junio pasado la Policía localizó una camioneta Wrangler de color rojo, sin placas, en la comunidad de Agua Blanca, en Ciudad Hidalgo, Michoacán. La unidad, cubierta de hojas de pino “una señal de que llevaba varios días abandonada”, ostentaba en el cristal trasero la leyenda: “Sr. 100”.
“Sr. 100” es una de las claves del jefe de plaza de la Familia Michoacana Medardo Hernández Vera, conocido como “Lalo Mantecas”.
Reportes de inteligencia lo ubican como el encargado de manejar el cultivo y la cosecha de enervantes en la sierra de Nanchititla, y como jefe operativo de la Familia Michoacana en una extensa región que abarca Tejupilco, Luvianos, Valle de Bravo, Zacazonapan, Oztoloapan, Santo Tomás de los Plátanos, Ixtapan del Oro, Donato Guerra, Amanalco, Villa Victoria y Villa de Allende.
“Lalo Mantecas” es considerado el tercero al mando dentro de la estructura de la Familia, por debajo de los violentos hermanos Johnny y José Alfredo Hurtado Olascoaga.
Tras el hallazgo de la Wrangler abandonada, intervenciones telefónicas practicadas sobre diversos miembros de su grupo revelaron a las autoridades que tanto él como algunos de sus colaboradores, entre ellos, Juan Díaz Ortiz, “El 85”, y Jesús Gama Reynoso, “El Tilico”, se hallaban desaparecidos.
El descubrimiento de la camioneta coincidió con una fuerte movilización de sicarios y el cierre caminos en las inmediaciones de Ciudad Hidalgo. Según los informes obtenidos por las autoridades, iba a celebrarse una reunión entre líderes de la Familia Michoacana.
Ciudad Hidalgo se halla bajo el control del grupo conocido como Los Correa, que dirige Daniel Correa Velázquez, alias “El Tigre”, aliado de los hermanos Olascoaga.
Al “Tigre” se atribuye la masacre ocurrida en el palenque de Zinapécuaro, en marzo pasado, en la que 20 personas murieron acribilladas.
Entre el torrente de datos no verificados se propaló la versión de que “Lalo Mantecas” había traicionado a los hermanos Olascoaga, mediante el establecimiento de una alianza con el Cártel Jalisco.
Las investigaciones determinaron, sin embargo, que el jefe criminal fue citado en territorio de Los Correa y que fue ahí donde se dio su desaparición.
En poco tiempo las redes se llenaron de audios, de fotos, de videos.
Dos de los más relevantes muestran un ataúd de color caoba, rodeado de flores, coronas y veladoras, a cuyo frente se halla la foto más conocida del capo, vestido con ropa y sombrero negros, y con una gruesa cadena de oro colgada al cuello.
Un segundo video muestra un concurrido funeral, en el que menudean lágrimas y corridos.
De acuerdo con la información recogida por las autoridades, el funeral habría ocurrido en un rancho de las cañadas de Nanchititla, al sur de Palmar Chico, en donde “Lalo Mantecas” tenía uno de sus refugios.
Hasta el momento, la versión más sólida indica que “Lalo Mantecas” les mintió a sus jefes y realizó por su cuenta el secuestro de un minero. Esto habría desatado un ajuste de cuentas: “Lo citaron para “levantarlo””, indica una fuente cercana a la investigación.
Desde 2021 había rumores de pugnas entre “El 100” y los hermanos Hurtado Olascoaga. En los territorios controlados por el primero se desató la oleada de secuestros y extorsiones a transportistas, productores, ganaderos y comerciantes que hoy tienen en vilo a los habitantes de la región.
Hasta el momento, sin embargo, nadie ha visto el cuerpo de “Lalo Mantecas”. Las autoridades están gestionando la exhumación del féretro que ayer fue sepultado en las cañadas de Nanchititla.
En las fichas de información sobre “Lalo Mantecas” se registra su adicción a la cocaína, al alcohol y, sobre todo, a la violencia.
Hoy su célula, al parecer, fue borrada por completo en un nuevo acuerdo en el que la única ley en la región será la de los hermanos Hurtado y sus sanguinarios aliados regionales, Los Correa.