En el Pacto Social por la Educación que el Gobierno de Guanajuato llevó a cabo la pasada semana para rescatar a 80 mil alumnos que dejaron sus estudios por la pandemia, resalta el punto de incrementar capacidades a padres y madres de familia que les permitan apoyar el desarrollo educativo de sus hijos. 

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con quien el Gobierno del Estado está en colaboración, manifiesta la importancia de la familia y fundamenta esta necesidad en tres razones: el reconocimiento de que los padres son los primeros educadores de sus hijos e hijas; el impacto positivo que puede tener una educación de calidad en el desarrollo y aprendizaje en las primeras etapas de la niñez; y considerar a la familia como un espacio esencial para lograr un buen desarrollo educativo durante la primera infancia.

Estudiosos de este tema afirman que la familia debe garantizar condiciones económicas que permitan a los niños asistir diariamente a las clases. Sin embargo, no son pocos los padres y madres de familia que enfrentan dificultades financieras. Para asistir a la escuela, aunque el gobierno provea los uniformes, se requiere de zapatos y calcetines, además de los útiles escolares y cuotas extraordinarias que muchas veces solicitan en las escuelas. Además, darle al estudiante algo de dinero para comprar un alimento si es que no hubo tiempo de prepararle algo para lonchar. Estos expertos en la materia también sostienen la importancia de la disponibilidad de tiempo de papá y mamá para supervisar las tareas de los hijos, su apoyo en la participación de estos en actividades culturales y deportivas y su capacidad para motivarlos, brindarles afecto y estabilidad. 

En una escuela pública de una zona de muy bajos recursos, me tocó ver a un grupo de mamás muy participativas e involucradas en todas las actividades del colegio. Pero también había muchas madres solas que corrían al trabajo después de dejar a sus chiquillos en la escuela. Chiquillos que se dormían en el aula por no haber ingerido alimento, quizás por falta de tiempo o por escasez y pobreza en su hogar. Estos pequeños regresaban a casa solos a ver qué había de comer. Otros con más suerte eran cuidados por la abuela. En talleres para padres y madres de familia que me tocó impartir en escuelas públicas y que el director los hacía obligatorios para que pudieran mantener su cupo en el colegio, asistían abuelitas o hermanas mayores y muy poquitos papás ya que las madres estaban trabajando. 

El involucramiento de los padres es clave para el desarrollo de los alumnos y ofrece muchos beneficios. Uno de los más grandes retos en este tema es que los padres encuentren el tiempo para asistir a los eventos escolares de sus hijos, especialmente en el caso de las familias de bajos recursos, quienes muchas veces tienen largas jornadas laborales o incluso dos o tres diferentes trabajos.

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