“Vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia. No porque lo adoremos, sino porque tenemos primero que superar la premodernidad en Colombia, el feudalismo.”

Gustavo Petro

 

Al final Gustavo Petro consiguió la presidencia de Colombia con ayuda de la ineptitud del populista Rodolfo Hernández, su rival en la segunda vuelta, quien no hizo campaña pública ni ofreció políticas concretas fuera de una vaga promesa de combatir la corrupción. Hernández proyectó también una pésima imagen al viajar a Miami en plena campaña para resguardarse de unas supuestas amenazas de muerte, “no a plomo, sino a cuchillo”. Lo que parecía destinado a ser una reñida segunda vuelta, se definió así en un fácil triunfo para Petro.

La tenacidad fue una de las claves. Petro fue candidato presidencial por primera vez en 2010, cuando obtuvo solo 9% de los votos. En su segundo intento, después de haber sido alcalde de Bogotá, llegó a la segunda vuelta, pero registró 42% contra 54% de Iván Duque. La tercera fue la vencida, este 19 de junio, cuando se anotó 50% contra 47% de Hernández.

La persistencia de los políticos de izquierda rinde dividendos. Andrés Manuel López Obrador triunfó en México también en su tercera candidatura. Lula da Silva lo logró en la cuarta en Brasil en 2002. Salvador Allende también en su cuarta en 1970 en Chile. Esta tenacidad está ausente de los políticos y partidos de centro y de derecha, que no aprovechan el reconocimiento público que sus candidatos obtienen incluso en una campaña fallida.

Habrá que ver ahora qué tipo de gobernante de “izquierda” será Petro. Este adjetivo se utiliza para designar a dictadores, como el venezolano Nicolás Maduro, el nicaragüense Daniel Ortega o el cubano Miguel Díaz-Canel, pero también a socialdemócratas, como el uruguayo José Mujica o la chilena Michelle Bachelet. Son izquierdas muy diferentes, sin embargo.

En su juventud Petro participó en el grupo guerrillero M-19. Si bien este no fue tan sanguinario como las FARC, realizó varios secuestros y en 1985 tomó el Palacio de Justicia de Bogotá donde retuvo a 350 rehenes. Las fuerzas armadas colombianas realizaron una fallida operación de rescate que dejó un saldo de 101 muertos, incluidos 11 magistrados de la Corte Suprema, y 11 desaparecidos, algunos de cuyos cadáveres se identificaron después.

Como candidato Petro impulsó este año un programa de izquierda democrática. Prometió impulsar una transición a energías limpias dejando de lado el petróleo y el carbón, prohibir la minería a cielo abierto, subir impuestos a las empresas, renegociar el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, elevar los aranceles a la importación de productos agrícolas y realizar una reforma agraria, aunque sin recurrir a expropiaciones. En el campo de las relaciones exteriores declaró que reestablecería las relaciones diplomáticas con Venezuela, lo cual explica el entusiasmo con el cual lo apoyó el régimen de Nicolás Maduro que ahora ha aplaudido su triunfo.

Después de que se dio a conocer su victoria este domingo pasado Petro afirmó: “No es un cambio para construir más odios, no es un cambio para profundizar el sectarismo en la sociedad colombiana. El cambio consiste precisamente en dejar los sectarismos atrás”. No son las palabras de un izquierdista radical.

Al final Latinoamérica parece estar girando hacia la izquierda, pero no todas las izquierdas son iguales. Algunas aplican políticas públicas que pretenden reducir la pobreza, otras buscan establecer dictaduras. A Petro, como a los demás, habrá que juzgarlo por sus resultados al terminar su mandato. 

 

Incapaz

Cuitláhuac García “es incapaz de fabricar delitos para castigar a adversarios”, dijo ayer AMLO. Pero ya no hay dudas de que el gobernador de Veracruz persiguió sin pruebas a José Manuel del Río Virgen, secretario técnico de la Junta de Coordinación Política del Senado. 

 

Twitter: @SergioSarmiento

 

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