La nueva crisis financiera de Argentina, tras la sorpresiva renuncia de su exministro de Economía el 2 de julio, está sacudiendo al país, y haciendo que muchos argentinos estén haciendo compras apresuradas para protegerse de la inflación galopante. Probablemente, uno de los pocos ganadores del nuevo drama económico argentino será la vecina Uruguay.
En los últimos años, Uruguay se ha beneficiado de las desastrosas políticas populistas del presidente argentino Alberto Fernández y su poderosa vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien de hecho ha tomado las riendas del país en las últimas semanas.
Uruguay, un pequeño país de solo 3.4 millones de habitantes, ha estado invitando exitosamente a los grandes empresarios argentinos a que se muden a Uruguay, ofreciéndoles estabilidad económica, una moratoria fiscal de diez años y un estilo de vida más relajado y seguro.
Un número récord de 12,489 argentinos solicitaron la residencia uruguaya el año pasado, un aumento del 145% con respecto a la cifra de 2019, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay.
No sería raro que el flujo de argentinos adinerados a Uruguay crezca aún más tras la nueva crisis económica de Argentina.
Ignacio Munyo, director del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social de Uruguay (CERES), me dijo que la economía de Uruguay crecerá un 5% este año. Eso la convertiría en una de las economías con mejor desempeño de América Latina.
Munyo dice que el crecimiento de Uruguay se debe principalmente a la inversión finlandesa de $3 mil millones de dólares en una fábrica de papel, así como la construcción de una línea ferroviaria y un aumento en las exportaciones de soja, carne y trigo. Pero la llegada de argentinos acaudalados seguramente ayuda al crecimiento económico del país, me señaló.
“Están teniendo un impacto importante”, me dijo Munyo, refiriéndose a los recién llegados argentinos. “Todavía es principalmente un impacto local, en el área donde viven, pero sin duda es relevante”.
Yo lo vi con mis propios ojos durante una visita en abril a Punta del Este, el balneario uruguayo donde vive la mayoría de los nuevos residentes argentinos. En el pasado, Punta del Este solía ser una ciudad vibrante solo durante los meses de verano, en enero y febrero, pero era un pueblo fantasma en invierno.
Pero, para mi sorpresa, vi muchos apartamentos con las luces prendidas en los edificios de la costa de Punta del Este durante mi visita, varias semanas después de terminada la temporada turística.
Cuando les comenté esto a los amigos uruguayos, muchos bromearon que Punta del Este debería construirle un monumento a Cristina Kirchner, la persona que más ha hecho por el desarrollo económico de la ciudad.
Puede que otras ciudades uruguayas se beneficien igual que Punta del Este. La ciudad de Colonia acaba de autorizar un suburbio planeado para 100,000 personas conocido como +Colonia, destinado a atraer nuevos residentes extranjeros.
“Cuando las cosas van mal en Argentina, tiende a haber un mayor interés en Uruguay”, me dijo Eduardo Bastitta, el desarrollador de +Colonia.
No hace falta ser un genio para entender por qué Argentina ha vuelto a estar quebrada: el país gasta mucho más de lo que gana.
El gobierno argentino recauda impuestos de 11 millones de trabajadores, mientras que mantiene a 13 millones de jubilados y beneficiarios de subsidios sociales, dice Fausto Spotorno, director de la escuela de negocios de la universidad UADE.
Y en lugar de recortar el gasto público, Fernández sigue imprimiendo más dinero, lo que está llevando la inflación a un 85% anual.
Argentina ha visto esta película muchas veces antes, pero esta vez hay un factor adicional: una pelea política abierta entre el presidente y la vicepresidente. Esta riña pública, digna de una telenovela, ha paralizado el proceso de toma de decisiones, mientras la economía se sigue hundiendo.
La única buena noticia es que Argentina tendrá elecciones en octubre de 2023, y que la coalición opositora Juntos Por el Cambio lidera con un cómodo margen en las encuestas. La popularidad de Fernández y su vicepresidenta se ha desplomado en los últimos meses.
Hasta entonces, mientras los argentinos se preguntan cómo sobrevivirán hasta las elecciones de 2023, Uruguay seguirá beneficiándose del descalabro autoinfligido de Argentina.
@oppenheimera