Hacia el año de 1969, el 8 de noviembre, el Partido Revolucionario Institucional por medio del líder de la CNC Augusto Gómez Villanueva, destaparon como su candidato a la Presidencia de la República a Luis Echeverría Álvarez, entonces Secretario de Gobernación; como sucedía en esos casos la euforia partidista se desató y vino la consabida “cargada” en favor del elegido, aun cuando no fuera el favorito de algunos gobernadores en turno, de todos modos, les organizaban caravanas de correligionarios para ir a expresar su apoyo al entonces ungido y no quedar fuera de su gracia.
Estas acciones y comitivas de apoyo se organizaban bajo el liderazgo del Gobernador en turno y con la coordinación de parte del Delegado y sub Delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en cada estado; para lo cual Guanajuato no sería la excepción.
Quienes ostentaban los cargos de Delegado y sub Delegado del PRI eran el Lic. Patrocinio González (Blanco) Garrido, político chiapaneco y el Lic. Agustín Alanís Fuentes, político de la Ciudad de México, uno asentado en la ciudad de Guanajuato y el otro aquí en León. Como varios de los que habíamos terminado el Bachillerato de Leyes en la Escuela Preparatoria de León ya habíamos sido reclutados por el Maestro Tomás Bustos Muñoz para militar en ese partido político, había mucha efervescencia para que nos apuntaran en la caravana de autobuses que acudirían a brindar su apoyo y salutación al seguro futuro presidente Luis Echeverría a la sede nacional de PRI.
Es menester, mencionar esta remembranza porque en esa ocasión no fui de los elegidos para acudir a ese evento político, pero el destino marca un camino lleno de sorpresas en nuestras vidas y años después ese desaire me fue compensado. Por comentarios de quienes fueron en los autobuses de la noche a la mañana del día siguiente con sus respectivas tortas y refrescos, resulta que ni siquiera tuvieron la oportunidad de saludar al entonces candidato, sino que, por pláticas de ellos mismos, compartiendo su insatisfacción, fueron prácticamente revueltos en bola con la comitiva de otros estados para aplaudir y arengar a lo lejos a “su candidato”.
Como me fui a radicar a la Ciudad de México poco tiempo después, inscribirme en la Facultad de Derecho de la UNAM y allí estudiar mi Licenciatura, hacia el término de la misma, en 1974, suele haber elecciones entre los integrantes de la Generación de Abogados saliente para integrar una mesa directiva que los represente y organice los festejos de graduación.
Un grupo de compañeros nos organizamos y después de muchas vicisitudes, desencuentros y acuerdos entre varios grupos, finalmente logramos integrar una planilla que denominamos “Azul”, bajo el lema “A nuevos impulsos, nuevos valores”, eligiendo como candidato a la presidencia de la Generación al compañero Francisco Lona Márquez y quien esto escribe como Secretario General. No recuerdo qué relación familiar o política muy estrecha había con el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez por parte del Ing. Enrique Lona Valenzuela, fundador de la COCONAL, una compañía constructora de carreteras, autopistas, caminos, puentes y estructuras de gran calado, pero recuerdo que Francisco se refería a Luis Echeverría como “tío”.
Durante los preparativos del corto periodo que se otorgaba para la campaña de proselitismo en la Facultad de Derecho y llegar al día de la elección, Francisco Lona invitó solamente a tres de los integrantes de su Planilla para acudir a comer a su casa con la presencia del presidente Luis Echeverría e informarle de su participación en esa elección; sin embargo, cuando estábamos ahí con los compañeros Noé Becerra y Carlos Pérez Botello esperando al invitado llegó un aviso a Francisco Lona del Estado Mayor Presidencial disculpando al señor Presidente, pero citándonos al día siguiente en la mañana en la entrada del Panteón Jardín donde tendría lugar una ceremonia y ahí nos recibiría.
Al día siguiente estuvimos puntuales en el lugar y hora indicados y al llegar la comitiva presidencial en un autobús especialmente adaptado, Francisco Lona habló con el representante del Estado Mayor Presidencial quien después de recibir instrucciones nos invitó a subir al vehículo y allí nos saludó el Presidente Echeverría. Me causó excelente impresión haber saludado a tan importante personaje sin lugar a duda, el cual proyectaba seguridad y optimismo, derrochaba energía y se le notaba su fuerza de carácter desde el mismo saludo al estrechar su mano. Rápidamente Francisco le explicó su participación en esas elecciones universitarias a lo cual respondió que se congratulaba de ello y que tenía que ganarlas; me sorprendió el detalle de su buena memoria y atención, pues de una simple presentación que suele ser trivial, al despedirse me recomendó por mi nombre que le ayudara a Pancho a ganar. Bajamos del vehículo y él siguió hacia el interior del Panteón a sus actividades. Nos quedamos en la banqueta sorprendidos y con gran satisfacción de que nos haya brindado ese breve tiempo el Presidente de México.
Con ese gran estímulo pusimos mucho entusiasmo todos los compañeros integrantes de la planilla y fuimos a la campaña y a las elecciones esperadas; del resultado de las mismas, esa será otra historia. Hoy, al haber acontecido la muerte de Luis Echeverría a los 100 años de edad, vino a mi mente este gran recuerdo que quise compartir.