Durante el gobierno del “Bronco”, la insensibilidad social, corrupción y negligencia, en Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, provocó una carencia de agua sin precedentes, que podía haber sido evitada.
A lo anterior habría que sumarle las escasas lluvias y el paupérrimo manejo de las fuentes del vital líquido, que generaron una crisis histórica de falta de agua. Y, lo peor fue que, pese a pronósticos y advertencias de escasez, la institución responsable nunca hizo el plan “b” para atender lo previsible.
Pero, con atingencia y responsabilidad, el gobernador Samuel García salió a dar la cara a los regiomontanos y ofreció una contundente respuesta con su Plan Maestro del Agua para Monterrey hacia el 2050, que costaría alrededor de 25,000 millones de pesos: “Si la Federación no nos apoya, nosotros pondremos el dinero.” El arrojo, emoción social y vocación de servicio del joven Gobernador fueron aplaudidos por tirios y troyanos. Los regiomontanos no estaban dispuestos a esperar treinta años, como ha sucedido a León, de promesas y más promesas incumplidas, hasta la fecha.
El Plan Maestro de Monterrey se estructuró con medidas a corto, largo y mediano plazo: Inmediatamente, las grandes industrias pusieron al servicio de la ciudad sus pozos; esto, unido a la perforación de 100 pozos someros, y 20 profundos; también bombearán 500 lts/seg del río Ramos y renovarán las líneas de distribución ya amortizadas y con fugas; a la sazón, revisarán 1.5 millones de medidores e iniciarán una fuerte campaña para detectar tomas y pozos clandestinos. Además, la construcción de cuatro plantas para tratamiento avanzado y reciclar el agua potable. La que se construyó en León fue un verdadero fiasco, con plena conciencia de los notables de SAPAL.
En el Plan a largo plazo se consideró incorporar agua al Sistema, proveniente de la presa Vicente Guerrero en Tamaulipas y extraerle caudal al río Pánuco, así como analizar los proyectos de plantas desalinizadoras, para potabilizar agua del mar. El Gobernador piensa en grande…
Cada vez que hay elecciones, los leoneses renuevan la esperanza que produce la utopía de un cambio para un mejor futuro que satisfaga los anhelos de vida. Escuchan a los candidatos comprometerse a resolver los graves problemas del día a día, como el lastimoso tema de la inseguridad, el pesado e insufrible tráfico vehicular y la escasez de agua, situaciones que cada vez empeoran sin que se vea la luz al final del túnel…
Sobre el compromiso del agua, ante la inviabilidad de traerla del Zapotillo, debido a la mala gestión y planeación del recurso hídrico de esta presa, se puso al descubierto la incapacidad de los responsables de imaginar siquiera un proyecto alternativo “b” para enfrentar el problema. De haberlo tenido, ya deberían de haberlo dado a conocer y estar con las manos en la obra.
Ha faltado honestidad intelectual, emoción social y liderazgo para atender tan sentida demanda… Los gobernantes han preferido tirar millones de pesos en proyectos suntuarios: gastos millonarios en imagen, terrenos para un tren, para una refinería, el Parque Bicentenario, terreno para el Pachuca, entre otras ocurrencias. ¿Y, el agua para León?
Vicente Fox prometió resolver el urgente tema del agua, como gobernador y luego como Presidente, pero pronto olvidó su compromiso; políticamente hablando, tenía todo para lograrlo, excepto voluntad… “De ahí pal Real”, prevalece el gatopardismo, la demagogia, les ocupan las “elecciones” y no las nuevas generaciones.
SAPAL ha perdido la mística de servicio de una empresa social, para transformarse en podio de vanos proyectos personales y “consorterías”. El Sistema ha visto el servicio como la oportunidad de lucro, la oportunidad para que sus dirigentes se sientan importantes, sin cuestionarse, más allá de sus vanidades, el imperativo social que deben de atender. Presumen tener dos mil seiscientos millones de pesos en bancos… mientras cientos de miles de leoneses están sin agua.
Actualmente, hay más de 150,000 personas sin agua, a causa de la frívola visión de negocio privado que ha prevalecido en el Organismo operador. A lo anterior, habría que agregarle la palurda y retrógrada ley Vera, que prohíbe dar agua a los pobres que no tenga el título de propiedad de su casita. La filosofía del entonces legislador Lupe Vera fue: “Que a los malos les vaya mal y a los buenos también…” El premio a su ignorante cantinfleada fue hacerlo regidor. Para contrarrestar semejante insensibilidad e ignorancia, el diputado Miguel Salim está empujando una iniciativa para que todos los ciudadanos puedan tener agua, con o sin escrituras registradas y acabar así con semejante injusticia, porque todos son seres humanos. ¡Bien por el diputado Salim..!
Servir desde la Administración Pública es aportar para la construcción del funcionamiento colectivo, es generar progreso en lo público, es combatir la deshonestidad; pero, por desgracia, olvidan que servir es inclinarse ante las necesidades del otro. ¿Y, las promesas del agua? Gobernadores van y vienen, alcaldes vienen y van, pero en 30 años no ha habido quién haya tenido la emoción social y el liderazgo suficientes para resolver las promesas del agua para León.
En SAPAL inicia un nuevo consejo, algunos de ellos son gente muy valiosa, que les precede su calidad humana, su honestidad y preocupación por los que menos tienen. Es un nuevo principio, cuentan con el beneficio de la duda, en sus manos está trascender inclinándose ante las necesidades del otro. Pero ¿Y el Plan Maestro del Agua para León..?
“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Georg Christoph Lichtenberg.