La inflación le está dando serios dolores de cabeza a los tomadores de decisiones en muchos países. El alza acelerada en los precios de los bienes y servicios que enfrentan los consumidores es una de las variables que mayor impacto genera en la sensación de optimismo o pesimismo sobre las condiciones económicas.
La Universidad de Michigan produce el índice del sentimiento del consumidor que mide mes a mes el sentir de los estadounidenses sobre la marcha de la economía, las finanzas personales, las condiciones para hacer negocios y la facilidad para adquirir bienes y servicios. En junio el indicador alcanzó su punto más bajo en muchos años. Dentro de la batería de preguntas realizadas, los consumidores manifestaron que la inflación está erosionando su nivel de vida. El porcentaje de personas que expresó esta opinión fue 49%, un porcentaje similar al que se observó durante la Gran Recesión del siglo pasado. A pesar de que las expectativas sugerían que el índice seguiría bajando, en julio mostró un ligero rebote.
La aprobación del presidente Biden se encuentra en el punto más bajo, es inferior incluso que los puntos más bajos en las administraciones de Obama y de Trump. Ese castigo en popularidad se atribuye al fenómeno inflacionario que están enfrentando las familias y del que consideran que el presidente no está haciendo lo necesario.
Los bancos centrales han ajustado la política monetaria mediante incrementos en la tasa de interés. El incremento más reciente, de 75 puntos base, vendrá acompañado de otra subida al menos igual en la próxima reunión a finales de mes.
Olvidamos el rol que juegan las expectativas en la formación de precios. Las medidas implementadas por los bancos centrales tienen ahí un papel relevante al enviar señales de compromiso con la estabilidad de precios. La Reserva Federal, tras años de inyectar liquidez a la economía estadounidense, ha empezado a retirarla. Tal vez sea demasiado pronto para evaluarlo, pero después de varios incrementos en las expectativas inflacionarias para 2022 se ha empezado a ver cierta disminución en las mismas.
Si se logra ajustar a la baja la perspectiva futura de los precios esto incidirá sobre las demandas salariales de los trabajadores, logrando contener lo que podría convertirse en una espiral inflacionaria.
En México, el Banco de México empezó a contener su política monetaria meses antes de que lo hiciera la Reserva Federal. Seguirá subiendo tasas alcanzando probablemente 10% hacia finales del año. Las expectativas importan y el Banco de México lo tiene clarísimo.
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