No voy a referirme, por ahora, a los pésimos e injustos manejos que se han hecho en León, con el vital líquido, en donde el organismo creado para hacer todo bien, en ocasiones lo ha hecho no mal, sino pésimamente.
Por ahora no insistiré en la auditoría ni otras revisiones porque es tanto como tallar piedra con coyol, dado que la autoridad municipal, no solamente la de ahora, solapa con su tolerancia, los malos manejos y otros renglones que riñen con la honradez.
Hace como cincuenta años, conocí en Guatemala a dos personajes muy importantes. Uno: José Calderón Salazar. Pensador, ideólogo y comunicador. Se carteaba, en varios idiomas, con intelectuales del mundo. Era asesor del entonces Presidente de la República Miguel Ydígoras Fuentes, un anciano coronel, que se decía general; pero, como dijo la viejita…esa es distinta historia.
El otro era Manuel Arbizu. Enviado por el gobierno español para conocer los problemas y realidades de Latinoamérica.
Frente a vasos de cerveza, cabrito y tacos con frijol negro, queso y salcita, el hispano sentenció: Los mexicanos algún día van a tener problemas con el agua. La desperdician; creen que es un don que no se puede agotar.
Describió: he observado la forma en que lavan lo que ocupan en la cocina y para comer. Abren el grifo o llave y abajo, en gran chorro remojan, enjabonan y enjuagan. No tienen idea del gran desperdicio del líquido.
Siguió: nosotros en España y generalmente en Europa lavamos en un recipiente o tarja, enjuagamos en otro y…a secar. Esa agua la tiramos al inodoro.
Luego se refirió a los sanitarios, baños y lavados de ropa en donde, observó que todo va a la cañería. Nada para sus huertos.
Lo que Arbizu sentenció … !ya llegó!
Nuestra incultura respecto a ese tesoro que da natura, causa ya estragos. Algunas presas se han secado, otras se ubican a nivel muy bajo, casi mínimo. Tenemos, sobre todo al norte del País, algunas ya en cero.
Y es lógico que cunda la alarma con tan grande conflicto social.
Habrá quien diga que de este fenómeno nadie es responsable. O dicho de otra manera: !Que todos somos culpables!
Una u otra razón no resuelven tan compleja situación.
¿Qué urge y conviene?
Renovar nuestros métodos con el uso de tan importante tesoro.
No voy a dar aquí métodos o sistemas de cambio porque cuando uno reflexiona para otros respecto de algo, eso impide a los afectados razonar y llegar a cierta conclusión. Cuando salen ideas del caletre propio, surge el ánimo y nos promueve a actuar.
¿Le va a poner agua de reúso al sanitario? ¿Va a desperdiciar menos líquido y el que se pueda lo aplicará a las plantas?.
Dije que no daría pautas y ya me metí en ello. Bueno, si puede captar agua de lluvia, hágalo, le va a servir.
Recordemos lo que han hecho nuestros gobiernos y digo nuestros porque del color que sean no podemos escapar de sus desatinos: regalaron miles y miles de pantallas televisivas, dizque porque las otras cajitas ya no servirían. Fueron mentiras y tiradero de dinero, a manos llenas. Todo salido de ya sabemos donde… ¡de los impuestos que usted y yo pagamos!
En algunos lugares, quienes tienen la batuta municipal o estatal obsequian a cuantos están en previa lista, calentadores solares. ¿Y el agua?
Mientras eso ocurre en rumbos urbanos, por el campo, en lo rural no hay método y menos recursos para guardar el agua de lluvia con una membrana. Infinidad de labriegos no tienen ni mínima idea de lo que es el mecanismo. En muchísimas regiones se sigue regando a suelo abierto, o sea en el surco, nada de aspersión o goteo. Algunos particulares con recursos y entusiasmo, ya trabajan con esa modernidad. El hombre o mujer rústicos no conocen de hidroponía. Dicen los que saben del tema, que una hectárea de jitomate puede dar muchas toneladas más que la de cielo abierto. ¿En cuáles ejidos el gobierno siquiera lo ha intentado? Hacen muchas autoridades la gran campaña de que regalan fertilizantes. Con eso adornan su trienio o sexenio; sin importarles los resultados.
En ocasiones hay resistencia mental al cambio o por afanes de tradición a emplear otros sistemas. Al respecto recordemos que hace algunas décadas, el entonces gobernador de Yucatán, Carlos Loret de Mola, hizo un convenio con Japón para que algunos expertos trajeran su método de riego. Llegaron con ánimo y se fueron desencantados porque nuestros peninsulares pronto arribaron a la conclusión de que para regar era mejor la lluvia del cielo que gotitas en los surcos. El gobierno los dejó en su letargo e ignorancia, sin tratar de sacarlos del error.
Meditemos, usted y yo, sobre estos temas y presionemos a los gobernantes a efecto se que dejen su letargo. Hay que decirles que cambiar los métodos para utilizar óptimamente este tesoro que es el agua, también es hacer política.