Alrededor del mundo casi todos los pronosticadores de asuntos económicos han fallado rotundamente este 2022. Pocos previeron la persistencia de la inflación que se dio de manera casi generalizada este año y pocos parecen estar seguros, o al menos medianamente seguros, de lo que ocurrirá con el crecimiento de las economías en el mundo durante los próximos meses.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha evidenciado recientemente la incertidumbre que priva acerca del futuro económico inmediato. Hace unas cuantas semanas el FMI pronosticó para este año un crecimiento de la economía estadounidense del orden del 2.3%, disminuyendo su estimado anterior que era del orden del 3.7%. Por otro lado, en el caso de la economía mexicana el FMI decidió apostar al revés para pronosticar un crecimiento para este año de 2.4%, un porcentaje mayor al que dan casi todas las encuestas en México.

Bueno pues, como no es infrecuente desde hace décadas, el FMI probablemente vuelva a equivocarse. Como ha sido empíricamente documentado en un buen número de ocasiones, ese organismo no es particularmente certero en sus vaticinios. En su defensa podría decirse, sin embargo, que tiene que hacer simultáneamente pronósticos de más de un centenar de economías y que los datos que utiliza no son los más recientes en el momento en que el organismo anuncia sus pronósticos a nivel mundial.

En todo caso ya hoy sabemos que, al contrario de lo publicado por el FMI, la economía de Estados Unidos no solamente no crecerá algo este año, sino que es probable que registre una ligera recesión. Mucha tinta se está vertiendo en el país vecino respecto a si las caídas que ha tenido su producto interno bruto en los últimos dos trimestres indican ya la existencia de una recesión. Habrá que esperar a que el fechador oficial de los ciclos económicos de nuestros vecinos, el National Bureau of Economic Research, decida al respecto. Pero esas dos caídas consecutivas, por más leves que éstas hayan sido, constituyen un predictor bastante confiable de una posible recesión. 

Sea como sea, el hecho es que la economía estadounidense no coadyuvará mucho al crecimiento de la economía mexicana por el resto del año. De acuerdo con las últimas cifras del Inegi, la producción que se logró alcanzar en México durante el primer semestre del año es 1.9% mayor que la obtenida en el primer semestre del año pasado. Esto da pie a pensar, tomando en cuenta el estancamiento o la franca caída de la economía estadounidense, que la economía mexicana crecerá este año ciertamente menos que lo pronosticado por el FMI.

¿Cuánto menos? Aparte de lo escrito antes, hay otros dos factores que pueden incidir de manera significativa sobre la economía mexicana. Se puede dar casi como un hecho que el Banco de México incrementará este 11 de agosto su tasa objetivo a 8.5%, un máximo histórico, pero no es claro cuántos otros incrementos de esa tasa se darán, si es que se dan, durante el resto del año. Y la otra gran interrogante es si puede resolverse rápidamente, sin exabruptos pendencieros que no llevan a ningún lado, el pleito comercial ya iniciado por Estados Unidos y Canadá debido, aseguran ellos, al trato discriminatorio que sufren en México sus empresas del sector eléctrico.   

 

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