El lunes pasado se presentó el programa para la Reactivación Económica de León, que consistió en anunciar la inversión total que el Municipio y el Gobierno del Estado estarán ejerciendo para este próximo año, la cual asciende a $3,554 millones de pesos, de los cuales $2,801 serán recursos municipales y $753 de presupuesto estatal.

La inversión mencionada no es poca cosa bajo las circunstancias que actualmente vive nuestro estado, principalmente por los recortes presupuestales que han tenido Guanajuato y León por parte del Gobierno Federal, lo que hace que prácticamente toda esa inversión se llevará a cabo con recursos propios.

Por ello no caben las comparaciones que dicen que otras administraciones municipales ejercieron muchos más recursos, pues no es lo mismo tener un Gobierno Federal con recursos excedentes y que sea empático y del mismo partido que el municipal, a que nuestra ciudad sea ignorada por la Federación; y menos aún si quien hace esas comparaciones no es imparcial en su opinión.

Lo que sí ha sido motivo de crítica, y eso es muy respetable, es que dicho anuncio se haya hecho en el marco de un evento multitudinario con toda una producción, movilizaciones de personas y ocupando horas de los funcionarios municipales; aquí hay quienes piensan que el evento fue justificado, y quienes piensan lo contrario.

Lo que en mi opinión es motivo de una más amplia reflexión, es el comportamiento que tiene la sociedad en este tipo de actos, y me refiero a que, en estricto sentido, dicho evento fue diseñado y programado para dar a conocer lo que van a hacer los servidores públicos, y no lo que ya han hecho, es decir que se buscó darle propaganda a las promesas y no a los hechos consumados.

A los políticos / funcionarios públicos no se nos debe aplaudir por lo que vamos a hacer, en todo caso, los aplausos se dan, o se ganan, cuando informamos de lo que hicimos, de las obras que se inauguraron, de la infraestructura nueva que se dejó, etc. Como decía un expresidente nacional de la Coparmex, Antonio Sánchez Díaz de Rivera, “no nos quejemos si a los políticos les aplaudimos cuando inician y no cuando terminan”.

Tenemos que entender como sociedad que los políticos no son celebridades ni mucho menos artistas, son servidores públicos que tienen la obligación de administrar bien los recursos que son de todos, y eso no tiene ningún mérito como para recibir halagos o reconocimientos, es simplemente su obligación mínima. Hay que estar conscientes de que los aplausos inmerecidos lo único que logran es alimentar y engrandecer el ego de los políticos.

Entonces, en un evento en donde más allá de aplaudir brevemente la presencia de un político en señal de bienvenida, se cae en los aplausos desmedidos por cada frase que dicen o se cae en porras y gritos frenéticos por los recursos que prometen, eso lejos de hacernos ver más exigentes como sociedad nos hace ver como una ciudadanía sumisa, entregada y manipulable.

Hoy en día a través de las redes sociales políticos de todos los colores y niveles ejercen una gran propaganda, a veces exagerada, que busca beneficiar su imagen de cara a lo que pueda venir, sin darse cuenta de que dicha publicidad puede llegar a saturar la mentalidad de los electores, generando un efecto inverso al deseado.

En lo personal, como ciudadano, y si quieren como político temporal, pienso en definitiva que la imagen que debe reflejar un servidor público de elección es la de la sobriedad y la seriedad, y no necesariamente la de las fotografías populistas o autógrafos.

MTOP

 

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