IMAGÍNESE que el domingo llega a misa y se encuentra la iglesia tomada por la Guardia Nacional. Que el obispo de su ciudad está encarcelado e incomunicado. Que las monjas que atienden un orfanato fueron expulsadas del país. Y que, si es católico, muy probablemente sea considerado criminal por el gobierno. ¿Suena exagerado? Pues eso es justo lo que está pasando en Nicaragua.
Y EN ESTE grave asunto el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha pecado de palabra, obra y omisión ante las atrocidades del nicaragüense Daniel Ortega. Su apoyo al régimen autoritario ha quedado de manifiesto más de una vez; hace apenas unos días en la OEA la delegación mexicana se abstuvo de participar en la condena contra Nicaragua.
AH, PERO si los diputados europeos piden respetar la libertad de expresión en México o si los colombianos van a votar en segunda vuelta, ahí sí se le olvida a AMLO aquello de la “no intervención”.
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MENOS MAL que Juan Ramón de la Fuente tiene acumuladas muchas millas de viajero frecuente, pues seguramente por eso lo ascendieron a Clase Premier en el vuelo 409 de Nueva York a México. Ojalá que en Palacio Nacional no se enteren del upgrade que recibió el embajador ante la ONU, pues va a estar difícil incluirlo en el discurso de la austeridad republicana y la pobreza franciscana. ¿O a poco San Francisco de Asís viajaba en Business Class?
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QUÉ TRABAJO les cuesta a los políticos llamarle al pan, pan; y al terrorismo, terrorismo. El artículo 139 del Código Penal Federal de México lo establece claramente como el uso, entre otras cosas, de explosivos, armas de fuego, por incendio “o por cualquier otro medio violento” en contra de bienes o servicios, ya sea públicos o privados, que produzcan alarma, temor o terror en la población para presionar a la autoridad o a un particular.
JUSTAMENTE eso fue lo que pasó en Ciudad Juárez y Jalisco la semana pasada, de acuerdo con la versión del propio Adán Augusto López y del general Luis Cresencio Sandoval. Hay voceros oficialistas que pretenden negar que hayan sido actos terroristas, porque no hubo motivaciones políticas. La realidad legal, sin embargo, es que, si el gobierno quisiera, podría proceder en ese sentido.
PERO evidentemente no lo van a hacer, porque en Palacio Nacional tienen mucho miedo de reconocer que en México existe el narcoterrorismo, pues saben que ese es uno de los temas que más inquietan a Estados Unidos.
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¿Y CÓMO va la planeación estratégica en tu país? Puesss… el Presidente quería comprar el 51 por ciento de Citibanamex por pura puntada, olvidándose de que su administración ya tiene Banobras, Bancomext, Nacional Financiera y hasta el Banco del Bienestar. Y al final la idea no prosperó, no porque el mandatario reconociera que era un despropósito, sino que porque dice que no le iba a dar tiempo. ¡Bendito!