A lo largo de la historia de criminales seriales ha habido la tendencia a identificarlos con algún apodo que los caracterice o los identifique por sus crímenes; así tenemos desde el siglo antepasado en diferentes partes del mundo desde Londres a Rusia, de Estados Unidos a Chile y obviamente en nuestro país, hasta nuestros días, a varios asesinos seriales, tales como “Jack el Destripador”, “El Carnicero de Rostov”, “El Estrangulador de Boston” y el “Asesino del Farol Rojo”, “El Chacal de Nahueltoro”; y aquí, hemos tenido “El Chalequero”, “El Estrangulador de Tacuba”, “El Mataindigentes”, “La Mataviejitas”, y otros.
Cada uno de estos sujetos después de analizarlos por parte de criminólogos y algunos psicólogos criminales, a excepción de Jack el Destripador quien nunca fue identificado, los demás han sido motivados por diferentes circunstancias de su vida, tales como maltratos infantiles, conductas sadomasoquistas de sus padres, o bien por inclinaciones mentales novedosas de su psique para satisfacer ciertos deseos que después de la primera vez se transforman en hábitos. 
Recordemos que en el mes de septiembre de 2018 estremeció a la opinión pública nacional e internacional el descubrimiento casi casual de una pareja de asesinos por el rumbo del Estado de México, específicamente en la zona de Ecatepec de Morelos, de mujeres indefensas, reconociendo a esa fecha hasta más de diez víctimas.
Por medios que no puedo revelar, llegaron a mi conocimiento las declaraciones íntegras de ambos protagonistas, las cuales leí no sin un dejo de asco y horror ante una situación tan incomprensible para cualquier ser humano normal; por ello le han denominado “El Monstruo de Ecatepec” o también “El Matabonitas”, debido a que el varón, coautor de estos crímenes, en sus declaraciones manifestó que las mataba por ser bonitas, una vez que las enganchaban entre él y su esposa con engaños para llevarlas a su domicilio a ofrecerles ropa de moda a precios económicos, para que pudieran probársela.
Un caso como este jamás lo había visto en toda mi carrera como abogado, y vaya que es extensa, pues hablamos de más de 50 años; ya que con los detalles tan precisos que emite el principal responsable y ejecutor de la muerte de las féminas, tiene contenidos tan variados y todos por demás deleznables, asquerosos y de tal inmoralidad que rompe de golpe con cualesquiera valores o virtudes humanas; además de culminar sus versiones confesorias sin ningún rasgo de remordimiento o arrepentimiento, antes bien por las amenazas de que “si pudiera lo volvería a hacer”.
En la secuela del proceso penal, los expertos deben haber realizado estudios psicológicos a este sujeto y a su pareja, puesto que mentes así, necesitarían más tiempo y profundidad de análisis ya que en su conducta asesina en agravio de este cúmulo de mujeres, hay una mezcla de motivaciones y formas de dañar al prójimo de maneras muy perversas, tales como robar pertenencias de valor irrisorio, como la ropa, un celular, alguna bisutería y poco dinero que algunas portaban. La violación sexual en variadas modalidades incluyendo la sodomía y el lesbianismo con su coautora; la ejecución de las víctimas con la previa preparación de un cuchillo de mango de madera ergonómico diseñado personalmente por el criminal para esa finalidad; los cortes exactos en la yugular y la carótida para evitar los gritos; el descuartizamiento de los cadáveres, la burla y humillación al hacerlo; la extracción de los corazones para ofrendarlos en un altar satánico para el culto a la muerte; el canibalismo de los coautores calificando la calidad de cada una de la carne de las víctimas para clasificarlas al saborearlas; cocinándolas en un sinnúmero de platillos, desde pozole hasta en tamales; alimentar a los perros de su pertenencia con los residuos que consideraban desechos; y la venta de partes de la osamenta a otro sujeto que los recibía, sobre todo las calaveras limpias para sus ritos conocidos como “santeros”, para obtener algo más de dinero.
No satisfechos con esa orgia de sexo, sangre y muerte, tenían la paciencia de proceder también en contra de algunas menores que ocasionalmente llegaron, por desgracia, a acompañar a las elegidas para ser sacrificadas, como lo fueron una niña de 10 años, quien después de la ejecución de su madre, también fue violada y posteriormente sacrificada, agregando el  “monstruo criminal”, que pensando obtendría una carne de primera por lo tierno de su edad, en realidad no le gustó, y guardaban muchas partes de los cuerpos durante algunos meses en los refrigeradores de su casa. Y otra menor a la cual comercializaron fríamente en quince mil pesos.
También para terminar y no cansar a los amables lectores, con estos hechos de una crueldad inhumana e incomprensible, que ni siquiera pudieron imaginar Luis Buñuel ni Jodorowski, en una parte de sus revelaciones señala que los investigadores ministeriales acompañados por una joven mujer Agente del Ministerio Público (refiere textualmente “La Fiscal”), acudieron para actuar en la investigación de la desaparición de una de sus propias víctimas y que se presentaron a escasas dos locaciones de su domicilio, donde con frialdad el sujeto y su esposa, manifestaron no saber nada de la víctima y desviar la investigación mencionando mentirosamente que solían acudir unos sujetos en una camioneta negra a platicar con ella, pero refiere que en un momento de las actuaciones tuvo la impresión de que la Fiscal quería ir a inspeccionar su domicilio y que podría descubrir las partes de su cuerpo que conservaba en refrigeración, la ropa y los objetos que portaba el día de su desaparición, a lo cual resignadamente pensó: “si la fiscal entra a la casa, también tendré que matarla allí mismo”; afortunadamente los investigadores con la abogada ministerial se retiraron sin mayores preguntas o sospechas de ellos; pero podrán imaginar los riesgos que corren también quienes trabajan en las investigaciones y en la procuración de justicia. Esa funcionaria, si leyó esa declaración, considerará que probablemente se salvó milagrosamente de un ataque de este criminal.
Creo que hoy me he excedido en revelar tantos detalles horrendos y rechazables de este caso, pero créanme que he procurado solamente referirme si acaso a un diez por ciento de todo lo ahí relatado, cuidando mi lenguaje al hacerlo por respeto a mí mismo y a ustedes, amables lectores. 
 

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