QUE Alejandro “Alito” Moreno está desesperado por arreglarse con la 4T, es evidente. Lo que no se entiende es por qué en ese camino de sumisión lo siguen Rubén Moreira y el resto de la dirigencia del PRI.
POR SALVAR el pellejo del campechano, los priistas están a punto de dinamitar la alianza opositora hacia las elecciones presidenciales de 2024 y, antes, los cruciales comicios en el Estado de México. ¿Ese es el precio que le puso Morena? El sospechosismo es inevitable al ver cómo se alinean las decisiones, que no las coincidencias.
POR UN LADO surge de la nada una iniciativa priista que le salvaría la cara a la Guardia Nacional, evitando el fracaso de la reforma presidencial en el Senado. En ese sentido, Andrés Manuel López Obrador pasa de criticar a la oposición a apoyar la propuesta del PRI. Y como cereza del pastel de las concertacesiones, Layda Sansores cancela su show semanal para exhibir los audios de “Alito”.
HAY UN SECTOR del priismo -con Miguel Osorio Chong a la cabeza- que ya pintó su raya de las negociaciones en lo oscurito de su dirigente nacional. Pero, inexplicablemente, en San Lázaro le siguen siendo fieles al cada vez más chamuscado Alejandro Moreno.
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DEBATE INTENSO e interesante el que se vio en estos dos días en la Suprema Corte sobre la prisión preventiva oficiosa. El centro de la discusión era un asunto de mucho fondo: ¿un artículo de la Constitución puede ser al mismo tiempo inconstitucional?
HUBO argumentos contundentes. El ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena señaló que la prisión preventiva oficiosa atropella y hace inviables derechos fundamentales como la presunción de inocencia.
POR SUPUESTO habrá críticas a la resolución, pero a fin de cuentas, ministras y ministros intentaron cubrir el hueco que ha dejado el Poder Legislativo y los abusos en que ha incurrido el Ejecutivo. El problema sigue siendo que la prisión preventiva oficiosa es el recurso favorito de Fiscalías, que tanto en los estados como a nivel federal no saben o no pueden armar el expediente de un caso; y de autoridades que la usan como garrote o amenaza.
Y ESTO, desgraciadamente, aplica para gobiernos de Morena, PAN y PRI. El Presidente repite y repite: “No somos iguales”, pero en el tema de la prisión preventiva la realidad tiene otros datos.
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ESTE CAPÍTULO de la política nacional se podría llamar “La paradoja con botas”. Como opositor, Andrés Manuel López Obrador criticó que las Fuerzas Armadas participaran en labores de seguridad pública y prometió que él regresaría el Ejército a los cuarteles. Y ahora, como Presidente, el mismo AMLO defiende la militarización de su gobierno y reconoce que ya cambió de opinión porque la inseguridad está durísima. Entonces, ¿Felipe Calderón tenía razón? Es pregunta que nadie en la 4T sabe cómo responder sin hacerse bolas ni echar maromas.