Sería una temeridad afirmar que los políticos, de todos los partidos, son aprovechados y suman, fácilmente, a su capital lo que les permite estar en el poder o cerquita de él.
Empero, la mayoría hace malabares para allegarse con visos de legitimidad o sin ella, pingües ganancias. Por algo se inventó la palabra “moche”, que quiere decir que a quien de la administración pública autoriza recursos, la más de las veces algo le toca.
Se me va a decir que en los gobiernos, de todos los tiempos, hay gente honrada. Sí, debe reconocerse; pero también hay de la otra.
Quien dude que esos abusos en el poder son ciertos, no vaya lejos para comprobarlo: simplemente observe a empleados de baja o mediana escala, diputad@s, alcaldes, senadores y no se diga gobernadores que, a ojos vista o en lo oscuro, se alzan con el santo y la limosna. Como la riqueza y la gordura no se pueden ocultar, les brota lo poderoso que es el gran caballero, no resulta otro que don dinero.
El saqueo de los fondos públicos en nuestro país, viene desde los tiempos de la conquista. Quien se apersone en los libros para darse cuenta de esa verdad, la encontrará sin mucho esfuerzo.
Pero ahora lo que importa es advertir que hay una nueva fórmula para ir de lo malo a lo bueno y de lo bueno a lo mejor.
Nada más apreciemos lo que ha ocurrido con el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno.
Estaba, su partido en la Alianza Opositora, con estrategia común para frenar, o al menos intentarlo, excesos de la 4T, uno de ellos que la Guardia Nacional se militarizara. Debe recordarse que el dirigente del tricolor no las traía todas consigo ya que cargaba una serie de descobijos y acusaciones por supuestos abusos en Campeche, estado, que se le acusa, malgobernó y en donde se enriqueció.
Pues este líder que conoce de sobra la psicología o entrañas de la política que maneja quien impera en Palacio Nacional, dio un golpe de timón a su favor: propuso, por conducto de una diputada de su grupo, mantener al Ejército en trabajos de seguridad pública hasta el 2028.
De perlas le cayó a AMLO la idea. Llamó a que el PRI rompa con los conservadores (PAN y curioso, también el rescoldo del PRD).
La audacia a Moreno le cayó como un manto protector. Cesó, de inmediato toda acusación que le hacía Layda Sansores, gobernadora de aquella entidad. Una, otra y otra vez exhibía muestras del ejercicio pésimo y decía, los latrocinios de Moreno. Eso se silenció.
Pero, además, los juicios que contra el priista caminaban en la Cámara de Diputados, que podían haber llegado hasta desaforarlo, se esfumaron. Pausa a su favor.
Con su estrategia se metió en la Cuarta T. Ahora es apapachado y tolerado… por AMLO.
No es el único político que al conocer la psicología y ego del actual caudillo que está en Palacio Nacional, recibe bendición y de hecho, perdón luego de una actitud audaz. Hay tricolores y no pocos de otros partidos que una vez cumplido su mandato, aceptan otros cargos, como embajadas y si fueron pésimos en el ejercicio o abusaron del poder para enriquecerse, eso no importa, lo que interesa es que sirvan al actual Mandatario sumisamente y tienen la exoneración o perdón, garantizados.
Hubo una época en la que se decía: “Fuera de la Iglesia, no hay salvación”. Lo que ciertamente era un abuso y agresión a la fe; pero hubo reuniones teológicas, concilios y muy principalmente el Vaticano II, que propició y acordó directrices concretas, para que se diera un encuentro con todos los signos de fe. El aggiornamento a nadie, a nadie, repito, excluyó. En ese concepto, todos los habitantes del globo terrestre, somos hermanos y susceptibles, según el proceder de cada un@, de perdernos o salvarnos.
Dirá alguna persona escrupulosa de la política y la fe no tiene nada que ver una cuestión con la otra. En efecto no se pueden ni se debe parangonar; pero el hecho de que a los rapiñeros, abusadores del poder político o administrativo se les exonere o se les convierta de presuntamente malos a buenos, porque AMLO así lo dispone, es nada más y nada menos perversión del poder.
Se podrá afirmar, con lo que tenemos a vista, la realidad que opera desde Palacio Nacional, que el caudillo que funge como Presidente ha tomado para sí la facultad de a quienes le siguen, perdonarles culpas y atrocidades, porque es facultad de facto. Falso; esa actitud resulta perversión de la democracia. Punto.