En su artículo “Disminuir a la Gente”, del pasado miércoles, el editorialista Sergio Sarmiento recordaba la siguiente frase de Paulo Freire, el famoso pedagogo y filósofo brasileño: “En el asistencialismo no hay responsabilidad, no hay decisión, solo hay gestos que revelan pasividad y domesticación”. En su texto desglosa la millonada de pesos gastada en apoyos asistenciales, mientras los servicios públicos se deterioran peligrosamente. En especial la educación y la salud, acciones del gobierno que impactan directamente sobre los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Remata Sarmiento: “El asistencialismo es útil, porque compra votos, aunque no reduzca la pobreza. Este enorme gasto, no reduce la pobreza”.
Así es, estudios profusos en múltiples países, han demostrado que la dádiva asistencial, no erradica la condición depauperada de la gente, es más, se convierte en un mecanismo de perpetuación de ese estado de vulnerabilidad de las personas. El asistencialismo produce dependencia y esta se transforma en ausencia de libertad. Así se agravia la dignidad de las personas, se violentan sus derechos y se disminuye y menosprecia al que ya de por sí padecía una grave minusvalía.
Bajo esta drástica reflexión, no se entiende como gobiernos, de signo contrario al que nos dirige en lo federal, imitan de forma majadera, las mismas políticas que se critican y combaten. La incongruencia es patética. El gobierno estatal está gastando más de 2000 millones de pesos en mecanismos asistencialistas. El gobernador el 13 de septiembre tuvo reunión con “sus” diputados. Cuando les inquirió sobre las peticiones de sus representados, rápidamente respondieron que una de las principales solicitudes era el reparto de calentadores solares (Diputada Susana Bermúdez, distrito de Irapuato). Los diputados siempre están más deseosos de participar en el circo de la dádiva, que en contrapesar al Ejecutivo, como es su función.
A nivel municipal, el ejercicio de imitación de las políticas de López Obrador llega a niveles de excelsitud. Por supuesto, van por delante 10 millones de pesos para repartir calentadores solares en este presupuesto 2022. Resulta tan grosera e impune esta actividad, que el alcalde los ha distribuido en plena campaña electoral en las narices del Instituto Estatal Electoral (IEEG) y sospechosamente, nadie se dio cuenta ni supo nada. Ahora han inventado que la pobreza en la capital llega a niveles de hambruna. Para eso, el DIF Municipal, comandado por Samantha Smith, esposa del munícipe y próxima candidata a alcaldesa, si así se lo pide el PAN, instalará en el Parque del Encino una cocina solidaria para dar 500 raciones diarias a quien acuda. Seguramente será un centro de control de votantes y acarreo dosificado el día de la elección. La forma de degradar a las personas no tiene límites en esta administración.  Al final su apuesta, se basa en que funcione “una costosa maquinaria de operadores dueños de clientelas, conocedores de las técnicas del acarreo de personas, útiles para falsear adhesiones populares e imprimir fugaces fotografías, supuestamente demostrativas del músculo político, aunque no correspondan a una real fuerza ciudadana.” (Luis Felipe Bravo Mena “Acción Nacional, Ayer y Hoy”. Ed. Grijalbo Pág. 375).
En tanto nuestros pseudogobiernos dejan de administrar para dedicarse de lleno a una costosísima campaña electoral fundamentada en políticas asistencialistas hacia los ciudadanos, despojándolos de su libertad de voto; se olvidan los gravísimos problemas que padecemos en seguridad pública, respeto a los derechos humanos,  violencia intrafamiliar, acatamiento a la propiedad privada, legalidad en la actuación de la autoridad, carencia de un buen sistema de resolución de conflictos vecinales, atención a comunidades rurales y suburbanas, servicios urbanos, agua, salud y educación, educación y educación. Ahora solo se piensa en la futura elección y los millones bajo la mesa que costará. Luego robarán para reponerse.
 

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