El partido de Morena está conformado en gran parte por gente que estuvo en otros partidos. Así pasó con el PRD. Quienes tenían aspiraciones políticas o no encontraban futuro en el PRI, emigraron a este partido bajo la apariencia de un renacer, de un amanecer, de un comienzo. Su logo de un sol amarillo brillante lo comunicaba. Cabe resaltar que el PRD tuvo un líder responsable y prudente que evitó la irritación colectiva, contrario a lo que sucede en Morena, que es el partido que ahora alberga a priistas, perredistas antes priistas y a algunos panistas descontentos. Los del Partido Verde no tienen necesidad de cambiarse de camiseta, ya que se acomodan con quien detenta el poder.

Morena, como en su momento lo fue el PRD, pretende representar una esperanza, una renovación, se muestra como una estructura política naciente, aunque quienes lo integren sean los mismos pero reciclados. Recordando el origen de quienes conforman Morena, entendemos la aceptación de la hegemonía del mandatario, ya que es una forma de mantenerse en el poder. Los priistas y perredistas que traicionaron con su voto para que el Ejército permanezca en las calles hasta 2028, pese a tener un acuerdo firmado con la Alianza Va por México, así lo demuestran. Mi punto no es discutir si esta postura sobre las Fuerzas Armadas conviene a México o no, sino notar la deslealtad y la traición de representantes políticos que votan ya sea por la aceptación de un atractivo soborno o premio, o por la amenaza de castigar un delito pendiente. Ahora sí que como dice Marco Antonio de Regil, “atínale al precio”. No es correcto que la actuación de algunos senadores y diputados sea sacar el mejor provecho al puesto que ocupan para su beneficio personal y no favorecer el bienestar del pueblo. Que no se ufanen los morenistas de tener este triunfo. El modus operandi de comprar votos y afectar la verdadera democracia es vergonzosa. La ciudadanía queda en la impotencia con estos atropellos. 

Quienes dicen repudiar al PRI y aclaman a Morena, olvidan que ahí se han refugiado personajes de moral dudosa de ese partido. Aunado a que muchos morenistas practican muchos de los vicios que tenía el PRI cuando ejercía el poder. Por su parte, los priistas dignos que tratan de rescatar y fortalecer a su partido están conscientes de las instituciones que crearon. En palabras de la priista Dulce María Sauri, el partido de la Revolución es un creador de instituciones y de políticas públicas diseñadas para responder a los grandes problemas nacionales. En cambio, el presidente López Obrador y su movimiento se han dedicado a destruir instituciones, a despojarlas de los recursos indispensables para cumplir sus funciones. Gran error la desaparición del Seguro Popular y su fallida sustitución por el Insabi.        

Es decepcionante el comportamiento de muchos integrantes del Senado y de la Cámara de Diputados. Los recintos se han convertido en mercados donde se compran y venden votos y nuestra clase política se deteriora con facilidad.

LALC

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